¿En serio DEJARÍAS TODO por una persona, por una causa o por una idea?

¿Recuerdas la muy popular canción del puertorriqueño Chayanne?  El coro de su famosa melodía decía algo así: “Lo dejaría todo porque te quedaras. Mi credo mí pasado mi religión. Después de todo estás rompiendo nuestros lazos. Y dejas en pedazos este corazón. Mi piel también la dejaría, mi nombre, mi fuerza. Hasta mí propia vida. Y qué más da perder.  Si te llevas del todo mi fe. Qué no dejaría”.  La verdad, es que la música y la interpretación están geniales pero escucharla dos o tres veces basta para no desear levantarse de la cama o salir de la habitación mientras transcurren las cuatro estaciones del año.

En alguna ocasión tú y yo hemos pensado en dejarlo todo.  Pudo ser la familia, el matrimonio, el trabajo, la academia, el equipo deportivo, el proyecto, o cualquier otro asunto importante que requería nuestra presencia, nuestros recursos, y nuestras energías.  Incluso puede ser que hoy recordemos todo lo que tuvimos que pensar y hacer para tomar esa decisión que cambiaría para siempre la dirección de nuestro destino.  Tal vez hayamos celebrado la valentía de hacerlo o puede ser que todavía vivamos con la amargura producida por el temor que detuvo el impulso para arriesgarnos.  Por otro lado, quisiéramos retroceder o darle marcha atrás al tiempo para no haberlo hecho, para haber detenido el ímpetu que nos cegó ante la ansiedad de cambiar el entorno aburrido y lleno de insatisfacciones al no ver la plenitud de vida que siempre soñamos.

La realidad es que todavía existe una oportunidad para hacerlo de una vez y para siempre.  Ah, y por supuesto de la manera correcta.  Me atrevo a invitarte a que juntos lo dejemos todo.  Sí. Todo lo que nos limita, nos enferma, nos contamina, nos retrasa.  Dejemos todo lo que nos convierte en obstáculos, en piedra de tropiezo, en tierra estéril, en un cielo gris, un mar sin olas, una tarde sin brisa, una noche sin estrellas.

¿Te atreves conmigo a pedirle a nuestro Jesús que nos ayude?  Su deseo es que todos seamos hijos de Dios, y nos amemos hasta su regreso.  Somos tan diferentes pero podemos respetarnos, cuidarnos y amarnos hasta el fin de nuestros días.  Finalmente sería muy edificante recordar lo que dice la Escritura en Filipense 4:8 TLA “Finalmente, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo que merece respeto, en todo lo que es justo y bueno; piensen en todo lo que se reconoce como una virtud, y en todo lo que es agradable y merece ser alabado” .

Ahora, tendría sentido “DEJARLO TODO”.

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¡Lo mejor de la vida para ti y los tuyos!

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