Hoy 5 de Marzo está de cumpleaños la ciudad que me vio nacer y crecer, Maracay.

Su fundación se dio un día como hoy pero de 1701, es la capital del estado Aragua que forma parte de la costa Venezolana.

Siempre me preguntan el significado del nombre Maracay y la verdad es que no lo sé. Estuve investigando en Internet y mis hallazgos fueron inconcretos, unos dicen que es el nombre de un felino que habitaba en esa zona y otros dicen que era el nombre de un cacique muy respetado hace cientos de años.

Sea cual sea la historia de su nombre, lo que me interesa compartir es mi historia en Maracay, como la veía y sentía desde mis primeros años de vida.

Quiero empezar aclarando que me siento feliz y orgullosa de ser “Maracayera.” Si volviera a nacer volvería a ser Maracayera sin duda alguna; comenzando por la ubicación de mi ciudad, tenemos muchas playas para visitar y están a 60 minutos en carro o bus.

Recuerdo que mis amigas y yo nos quejábamos de que Maracay era un pueblo, al ser una ciudad pequeña y super poblada todos nos conocemos o tenemos un amigo en común con alguien y eso es algo que no he encontrado en otra parte del mundo.

En Maracay siempre hace calor con temperaturas que superan los 30 grados Celsius y un sol inclemente casi TODO EL AÑO; hay temporada de lluvia y temporada de cero lluvias en ambas el calor es igual.

Al ser tan pequeña y estar repleta de gente, el tráfico es insoportable; distancias cortas pueden tomar horas en horas pico. Recuerdo que la mayoría de las veces andaba en bus y si había mucha tranca, me bajaba del bus y empezada a caminar y así llegaba más rápido.

Para mí crecer y vivir en Maracay fue lo máximo, estuve siempre en un ambiente sano y familiar, conocí a la gente mas linda de corazón, trabajadora y divertida.

En mi mente puedo ver la Avenida Las Delicias que va desde la “Casanova Godoy” hasta “El Castaño” no tengo idea de cuantas veces hice este recorrido a pie, en bicicleta, en carro y en bus, de norte a sur y de sur a norte, me recuerdo cada cruce, cada intersección, hasta cada hueco en la avenida.

Recuerdo los numerosos árboles en el centro de la avenida y los banquitos con los faros que muchas veces yo de vándala golpeaba para ver como se apagaba el bombillo dentro y reirme. En esos bancos hay miles de horas de conversaciones, risas y dramas míos y de mis amigas, ¡qué simple era la vida en aquel entonces!

También me acuerdo de algunas zonas no tan lindas de la ciudad, como el centro del Maracay, la Avenida Miranda, la Avenida Bolívar, que mi madre tanto detesta transitar, por el tráfico, la cantidad de gente, la seguridad no es muy buena pero ¿qué le vamos a hacer? las cosas son mas baratas ahí.

Lo mismo en el Terminal, donde llegan y salen todos los autobuses de Maracay hacia diferentes partes del estado y país. Es uno de los lugares más sucios y desordenados que he visto y en el que hay que estar muy pendiente de tus pertenencias y quien te habla, sin embargo pasar por el terminal era parte de mi rutina diaria para ir a la universidad.

Pensar en mi ciudad me trae mucha nostalgia e incertidumbre porque empiezo a preguntarme, ¿cuando podre volver? y si vuelvo, ¿será todo igual?

No veo la hora de volver a Maracay, a sentirme que soy parte de ese pedacito de tierra y que no soy una extranjera más, a que no me pregunten de donde soy por mi acento, a que me reconozcan como la hija de mi madre, la nieta de mi abuela o la amiga de mi amiga y que al salir a la calle me muera de calor y empiece a quejarme.

Maracay, desde muy lejos te recuerdo y te deseo un feliz día.

Foto: «Maracay». Publicado bajo la licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons – http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Maracay.JPG#mediaviewer/File:Maracay.JPG.

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