Hace poco vi un video que me mostró una parte de la tragedia del once de Septiembre en Nueva York que yo desconocía. Fue acerca del llamado que la Guardia Costera tuvo que hacer a todos los propietarios de botes, para que ayudaran a movilizar a toda esa gente de Manhattan, pues siendo una isla y con las explosiones y el caos creado, habían cerrado el resto de los medios de transporte; así que después de la tragedia, quedaron atrapados allí, y la única manera de salir era por el agua.
Los botes de la guardia junto con los comerciales, no eran suficientes para el volumen de personas, por eso tuvieron que hacer el llamado a TODOS los propietarios de botes, y gracias a esa acción tomada y a la colaboración de todos los que acudieron, ¡pudieron movilizar alrededor de medio millón de personas en tan solo nueve horas! A pesar de todas las pérdidas hubo incontables casos en los que la presencia de Dios se sintió. ¡Y el mover de los corazones de esos héroes anónimos, fue obra de Él!
Con las noticias que vemos a diario y los comentarios que escuchamos de la falta de humanidad en muchos casos aislados, es maravilloso saber de historias como éstas, que nos reconcilian con el hombre. Nos llena el corazón de júbilo, darnos cuenta que esa preciosa creación de Dios a la que Él tanto ama, puede unirse para demostrar amor, solidaridad, gentileza y ayuda desinteresada cuando es preciso.
Te invito a a que nos comprometamos con el propósito de hacer ¡tantas buenas obras diarias como nos sea posible! Puede ser regalar una sonrisa, para contagiar al mundo con una bella disposición para el resto del día. Ese lindo gesto o cualquier pequeña ayuda que logres brindar a quien la necesite, va a tener el efecto de onda expansiva a muchas personas en ese mismo día. Déjate guiar por tu corazón suele ser la frase. Yo te digo: déjate llevar por el Espíritu Santo, que es el que nos hace estar en disposición de brindar esos detalles que pueden parecer pequeños pero pueden hacer una gran diferencia. ¡Dios bendiga tu día!