Hacete es la versión coloquial argentina para la conjugación “hazte”. La uso aquí como celebración de la residencia temporal que me ha otorgado este país junto con un lugar para vivir; también, porque tiene una fuerza retórica que ilustra magníficamente este diminuto ensayo sobre la responsabilidad personal.
Comparto con la mayoría de los seres humanos el hábito de proyectar en otros la responsabilidad por nuestros pecados, errores o fracasos. Siempre hayamos una razón para argumentar que si no hubiera sido por… no nos habrían encontrado en la situación aquella. Quizá se pueda hallar su origen en el relato de Génesis sobre la caída. Siempre he pensado que el dolor mayor de Dios no es nuestro pecado sino nuestro triste arte de eludir la responsabilidad. ¿Cómo es la respuesta del hombre? Primero, “es que estaba desnudo y por eso me escondí”, sugiriendo que de no ser así lo encararía sin temor. La segunda es la peor de todas: “La mujer que me diste”. Tengo la idea que la violencia del hombre hacia la mujer es inaugurada en esta frase. Los crímenes subsecuentes, que llegan hasta nuestros días, son sólo notas al pie de esta magistral cobardía. Pero hoy no es eso de lo que quiero escribir.
Vuelvo a la desazón que me produce la inmensa cantidad de gente cristiana que depende desesperadamente de recursos alternativos para poder vivir. Incapaces de responder a la vida con la fuerza de su ser erguido frente al Dios que tanto profesan conocer y del conocimiento que viene de la Palabra que nos ha dejado, buscan en un libro, en una conferencia, en una llamada telefónica la fuerza para sobrevivir la realidad hasta el siguiente libro, la siguiente conferencia, la siguiente llamada.
Cuando alguno de nuestros compañeros de la escuela se afirmaba en el hombro de otro durante la charla del recreo recibía esta respuesta: “¡Eh, afírmate en lo que comís” (versión chilena de la conjugación “comes”). Pareciera que a mucha gente lo que come no le alcanza y por ello busca apoyos psicoespirituales por todos lados.
Es hora de hacerse cargo de las decisiones y de las circunstancias que dan origen a nuestra realidad. Algunas de ellas efectivamente pueden estar más allá de nuestra responsabilidad pero no podemos pedir a otros que hagan cargo de ellas. Hay demasiada autocompasión circulante.
Acaso habría que considerar estos consejos: Hacete cargo. Afírmate en lo que comís

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