Estoy preparando el material para una futura conferencia sobre “La comunicación como acto social”. Intento definir algunas cuestiones observadas y aprendidas en mi trabajo en este campo por más de cuarenta años y en la radio en los últimos veinte en relación con el trabajo de los evangélicos en los medios de comunicación.

La predicación evangélica comenzó en América hispana en forma constante hacia fines del siglo 19, llevada a cabo principalmente por misioneros de Estados Unidos y Europa. Los evangélicos de esta parte del mundo ingresaron al mundo de la radio hacia fines de 1940. Luego abrieron algunos medios impresos y penetraron en la televisión alrededor de los años ’70. En los últimos años se han incorporado al vasto mundo del internet.

Para poder caracterizar el verdadero efecto social que la predicación ha tenido por estos lados ha sido preciso revisar las estadísticas. Delicado asunto, porque es bien sabido que los números siempre favorecen a quienes pagan por esos estudios. Así que hemos debido chequear diversas fuentes para tratar de obtener cifras más o menos confiables. Aun así no se puede asegurar que sean definitivas.

Sólo nos interesa reflexionar sobre el alcance social efectivo de los medios evangélicos de comunicación. Con “alcance social efectivo” quiero decir cuántas personas que no eran creyentes evangélicos ahora lo son debido a la acción de estos medios. Esta reflexión viene al caso solamente porque estos medios definen esencialmente su trabajo como “evangelizador”.

Habiendo hecho estas salvedades, así se ven las cosas: en los países de América hispana (sur y central) viven un poco más de 480 millones de personas. De esas personas, se reconocen como evangélicas unos 100 millones; es decir, alrededor del 20%.

Ese es el lado lleno del vaso. El lado vacío deja ver que no son evangélicos alrededor de 380 millones, es decir cuatro quintas partes del total de sus habitantes. Imagínense la complejidad de la discusión acerca de quiénes y cuántos son los verdaderos hijos de Dios; me aterra pensar en la cantidad y la diversidad de comentarios que eso traería a las redes sociales. Así que ni se me pasa por la cabeza entrar en esas intrincadas cuestiones.

Sólo digamos que en casi doscientos años de predicación evangélica y sesenta años de trabajo comunicacional masivo en América del Sur, falta todavía un 80% para cantar victorias significativas.

Al menos en los números…

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