Miré hace unos días un reportaje que mostraba algunos mensajes de texto y alguien había escrito así el nombre de la más extensa red social del mundo: Feivu. No pude evitar la sensación de que éste era un bocado imperdible para un artículo y sin otra consideración me dispongo a la reflexión, aunque puede parecer dudoso que un gazapo de estas proporciones merezca una reflexión en lugar de un chiste de mal gusto o unas lágrimas silenciosas por el deterioro impresionante que sufre el lenguaje en el mundo virtual.

Cualquier persona que haya estado utilizando esta red se daría cuenta cómo está escrita la marca. Sí, es posible que la persona haya tenido una cierta intención al deletrearla así; tal vez no. Me inclino a pensar que no por diversas razones. Una de ellas es que el uso de los mensajes de texto ha ido destruyendo sistemáticamente la claridad y el rigor del lenguaje escrito. Más y más la gente escribe como habla y no como se debería escribir. Es la consecuencia natural de la velocidad exigida por los mensajes y los reducidos espacios de los teclados y las pantallas de los teléfonos. Así, al ya precario dominio de la palabra que exhibe esta generación, se suma el uso indiscriminado de abreviaturas, palabras-resumen y emoticones.

No tengo la pericia profesional para afirmar definitivamente si es la imagen o la palabra lo más importante para la construcción del pensamiento y su aplicación en la vida. La imagen, ese maremoto de contenidos que cuenta historias completas en solo cinco segundos, permea todo. Lo audiovisual resume, explica y define el mundo ante nuestros ojos y oídos. Eso hace pensar que por el lado de la imagen va la cosa. Pero puedo afirmar que me encuentro con frecuencia ante la prueba viviente de que quienes han leído, han escrito y/o trabajan con la palabra tienden a hablar, a escribir y a pensar de una manera más articulada y más precisa.

Sigo pensando que el dominio de la palabra es una puerta posible hacia una comprensión más acabada del mundo. Me parece que contribuye con eficacia a la formación de un pensamiento crítico y, por lo mismo, de individuos menos manipulables por el sistema y la cultura de masas. Aunque esta es más una esperanza que una probabilidad cierta.

Mientras tanto, les sigo avisando: no me busquen en Feivu.

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