Con motivo de ciertas entrevistas radiales que he estado dando en una emisora argentina recibí varias preguntas que la conductora del programa me pide que responda en una emisión especial.
A poco de comenzar mis reflexiones – esquivo hasta donde sea posible el lugar de “respondedor de preguntas” – me di cuenta que las consultas sobrepasaban largamente el rango de temas que habíamos tratado en los programas previos. También me fijé que las preguntas han sido hechas mayoritariamente por gente joven. Así que el cuadro que se me presentó es éste: la gente joven tiene muchas – demasiadas – inquietudes que no han sido tratadas en el entorno de sus iglesias.
Me llamó mucho la atención además que casi ninguno de ellos me haya preguntado sobre problemas “espirituales”, familiares, económicos, eclesiásticos , emocionales, que seguramente los tienen.
Querían saber qué pensaba Dios de la guerra, del abuso contra las mujeres y de la esclavitud y por qué en la Biblia no parece que El repruebe estos males sociales.
Querían saber por que los cristianos no aparecían involucrados en el nacimiento de la ciencia.
Querían saber si era posible ser cristiano y marxista.
Querían saber por qué algunas grandes figuras de la historia habían sido criadas en hogares cristianos y se habían alejado o se habían hecho militantes contra la fe cristiana.
Querían saber por qué muchos jóvenes cristianos que cursan en la universidad se alejan de Dios.
Querían saber por que los cristianos están en contra de algunas guerras y a favor de otras.
Querían saber por qué la iglesia no trata de estos temas que hacen a la vida “real”.
No me da el espacio para colocar aquí todas las inquietudes que he recibido de ellos. Son preguntas ardientes. Son preguntas angustiadas. Preguntas que vale la pena abordar porque la gente joven es confrontada con ellas todos los días – y nosotros también deberíamos. Son preguntas que se encuentran en extrema orfandad de respuestas. No son preguntas poco espirituales. Son preguntas similares a las que se hicieron los profetas bíblicos.
La gran pregunta – ya que éste es el tema – es: ¿Cuándo vamos a abordar éstas y muchas otras cuestiones importantes en la formación de nuestros creyentes? ¿Hasta cuándo seguirá siendo tan importante enseñar cómo podemos ser felices y cómo podemos asegurarnos un lugar en la iglesia y en el cielo?
Como en tantos otros temas que trato aquí, ofrezco la palabra.
(Este artículo ha sido escrito especialmente para la radio cristiana CVCLAVOZ)

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