Hemos visto grandes cruzadas de milagros y sanidades en las que multitudes reciben al Señor como su Salvador; pero en algunos casos no se   hace un seguimiento para poder  afirmar   a los nuevos convertidos en la fe.

El afirmar a nuevos creyentes es parte de nuestra labor como discípulos  para poder tener personas realmente comprometidas con la obra del Señor.

¿Qué es afirmar?

Afirmar es: cimentar, establecer, asegurar, consolidar  y fortalecer la decisión del nuevo convertido.  Es hacerle el seguimiento apropiado hasta que crezca  y pueda  sostenerse por sí mismo en la fe, a pesar de todo lo que pueda pasar en su caminar con Cristo.  También es formarlo  para que pueda  ser discípulo y un líder en el reino de Dios, instruido en los valores cristianos,  renovando así su mente para que de  esa forma sea transformado por completo.

El nuevo cristiano, tiene que estar enteramente preparado  e instruido con la palabra de Dios y ser un  discípulo  que no tenga de qué avergonzarse; si no se afirma nunca podrá dejar de ser un seguidor y no estará dispuesto a hacer todo por amor al Señor. “…a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.  2 Timoteo 3:17

Los doce discípulos se afirmaron aprendiendo a orar para tener una comunicación e intimidad con Dios,  estaban comprometidos con el reino de nuestro Señor,  vivieron  en  obediencia y sumisión. Estaban dispuestos a pasar procesos que iban a moldear sus vidas,  eran  valientes en las pruebas  porque sabían a quién seguían.  Tenían  un corazón adorador; no importaba el momento ni el lugar para adorar a su creador, su fe estaba puesta en Jesús y  aprendieron a esperar en Dios; pero sobre todo anhelaban ser mejores cada día.

El afirmarse es cumplir con lo que Dios manda en su palabra, es estar dispuesto a seguir sin importar lo que uno pueda pasar. Seguir a Cristo es confiar plenamente en Él  y estar seguros de que nada nos puede separar de su gran amor.

 “Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto”. Jeremías 17:7-8

Por Miguel Ángel Veizaga.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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