José recorrió un largo camino, desde ser aquel adolescente orgulloso hasta llegar a ser un líder humilde que experimentó la mano de Dios sobre su vida y sus circunstancias. Fue un aprendizaje doloroso y difícil pero con grandes recompensas. (Génesis 45)

Si recordamos la historia, debemos mencionar que sus hermanos le tenían envidia por ser el favorito de su padre, al extremo de venderlo a unos comerciantes y dar como explicación (a su padre) que había sido devorado por los leones. Más adelante, pasó a ser propiedad del Jefe de guardia del palacio, fue acusado falsamente por la esposa de Potifar, lo encerraron en la cárcel por un buen tiempo, pero después lo mandaron a llamar para revelar el sueño de faraón y por los buenos resultados que dieron sus consejos, fue nombrado como su mano derecha.

Tal vez, ése era el mejor momento de José, después de haber atravesado por tantos obstáculos llegó el tiempo de disfrutar la abundancia, el poder y la confianza de los que estaban a su alrededor; aparentemente todo estaba bien. Pero cuando la sequía llegó a la tierra de Jacob, sus otros hijos tuvieron que ir a Egipto por alimento para no morir de hambre. Ellos no sabían lo que había pasado con José después de haberlo vendido, mucho menos que sería él quien los atendería en nombre del Faraón. José, en medio de su felicidad, aún recordaba con dolor la actitud de sus hermanos para con él, y cuando los tuvo en frente reaccionó contra ellos, hizo esconder unas copas de oro en las bolsas donde había alimentos que Egipto les había dado para la subsistencia de su familia.

Al suceder esto sus hermanos, además de negarse, pidieron perdón, pero José insistía con su plan de venganza. Les dijo que de ninguna manera serían perdonados. Solamente lo haría si mandaban a buscar al más pequeño de sus hermanos (Benjamín). José había vuelto a su pasado, sus heridas habían sido abiertas y cuando llegó el momento de enfrentar la realidad, sólo pensó en hacerlos pagar por lo que le hicieron.

Tal vez fuiste lastimado profundamente y haz estado esquivando miradas con esa persona que hirió tu corazón ¿Hasta cuándo piensas seguir huyendo? O tal vez, te has visto tentado a cobrar venganza ¿Estás seguro que esa es la mejor salida para sentir alivio? No te engañes, si en verdad quieres ser libre de las garras de la amargura ¡Aprende a perdonar! E independientemente de la gravedad del conflicto, toma la iniciativa. No esperes que las personas que te fallaron vengan a ti para pedirte perdón, tal vez no lo hagan nunca, por ello, sé tú quien dé el primer paso a la reconciliación y así podrás permitirle a Dios formar su carácter en tu vida en cada situación que se te presente.

José entendía que todo lo que había pasado tenía un propósito, y el mismo que se estaba cumpliendo ese momento en su vida. Después de hacer pasar por momentos de desesperación a sus hermanos, decidió perdonarlos y junto a su padre vivieron en la tierra que fue próspera mientras él gobernó. Finalmente, el que había sido maltratado, inició la reconciliación.

No permitas que el rencor y la amargura  se enraícen en tu vida, toma el ejemplo de José e inicia la reconciliación con aquellos que te lastimaron.

“Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.” Efesios 4:32 (NVI).

Por Ruth Mamani.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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