Ana, esposa de Elcana no podía tener hijos, la biblia no menciona las razones, simplemente dice que el Señor no le había concedido ser mamá. Cuando la esterilidad forma parte de una mujer, es devastadora, porque cada joven sueña con ser madre, y es que es un anhelo que desde niña se observa cuando tiene muñecas y en sus juegos, por así decirlo, las transforma en bebés donde ella las cuida y alimenta. Cuán difícil era para Ana saber que no podía engendrar hijos, que ese sueño tan añorado no se estaba cumpliendo. La palabra dice que ella tenía el semblante decaído, vivía con tristeza, y lloraba por su situación hasta el punto de no querer probar comida.

Elcana al ver a su esposa en ese estado, quiso consolarla, en el versículo 8 de 1ra Samuel dice: Ana ¿Por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué esta afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?

Palabras de un hombre que en su intento trató de apaciguar el alma afligida de Ana pero que no fueron suficientes. Como esposo quiso ayudarla a que pueda sentirse mejor, a que no le de tanta importancia a este asunto pero fue en vano.

Cuántas veces nos ha pasado que en los tiempos difíciles, muchas personas han intentado darnos palabras de consuelo y aliento pero que no han llegado a ser capaces de tranquilizar nuestro desesperado corazón. Y es que en varias ocasiones sucede que el dolor es tan fuerte que no todos comprenden la magnitud de nuestro sentir.

La historia relata que Ana después de haber escuchado a su esposo, con amargura en el alma fue a orar al templo, lloró abundantemente y le encomendó su causa al Señor. Dice que oró largamente delante de Jehová; y desde ese momento comió y no estuvo más triste.

Desconocemos el dolor que aflige tu alma, aun la dimensión de tus congojas, y tal vez no tenemos las palabras precisas para calmar tu corazón abatido; pero como Ana, animarte a que al primer lugar donde puedas descargar y hablar con alguien de lo que sientes, sea con Dios, él mejor que nadie conoce lo más profundo de tu ser. Él entiende como estas, comprende tu enojo, sabe de tu tristeza y lo que te llevó a vivir así. En su omnisciencia es quien mejor conoce lo que hay en ti. Dice su palabra que “…Porque él conoce los secretos del corazón” (Salmos 44:21) La palabras del hombre pueden no ser suficientes para ayudarte pero el consejo de Jehová puede transformar y restaurarte. Búscalo en intimidad, encomienda tu causa y permite que pueda apaciguar tu afligido corazón. Él es experto en estos asuntos.

En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos. (Salmos 18:6)

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario