“Había cierto hombre llamado Ananías quien, junto con su esposa, Safira, vendió una propiedad;  y llevó solo una parte del dinero a los apóstoles pero afirmó que era la suma total de la venta. Con el consentimiento de su esposa, se quedó con el resto. Entonces Pedro le dijo: «Ananías, ¿por qué has permitido que Satanás llenara tu corazón? Le mentiste al Espíritu Santo y te quedaste con una parte del dinero.  La decisión de vender o no la propiedad fue tuya. Y, después de venderla, el dinero también era tuyo para regalarlo o no. ¿Cómo pudiste hacer algo así? ¡No nos mentiste a nosotros sino a Dios!». En cuanto Ananías oyó estas palabras, cayó al suelo y murió. Todos los que se enteraron de lo sucedido quedaron aterrados.  Después unos muchachos se levantaron, lo envolvieron en una sábana, lo sacaron y lo enterraron. Como tres horas más tarde, entró su esposa sin saber lo que había pasado.  Pedro le preguntó:

— ¿Fue este todo el dinero que tú y tu esposo recibieron por la venta de su terreno?

—Sí —contestó ella—, ese fue el precio.

 Y Pedro le dijo:

— ¿Cómo pudieron ustedes dos siquiera pensar en conspirar para poner a prueba al Espíritu del Señor de esta manera? Los jóvenes que enterraron a tu esposo están justo afuera de la puerta, ellos también te sacarán cargando a ti”. Hechos 5:1-9 (NTV)

Ananías y Safira se dejaron llevar por la ambición y la codicia, lo que en nuestros días se ve con frecuencia.

Por la ambición se han cometido crímenes, grandes injusticias y, además,  muchos cristianos han retenido lo que en verdad le pertenece a Dios. Por la codicia muchos hemos sido víctimas de robos y atracos, problemas a cerca de los cuales leemos diariamente en los periódicos. Por ello, debemos eliminar esto que se ha convertido en una plaga en nuestros días.

Muchos hemos visto a personas que se han esforzado por obtener una buena posición económica y la han conseguido, no está mal, pero el problema se encuentra en dejarse llevar por la codicia y la ambición que no sólo hacen que se olviden de Dios, sino que también los convierte en sus esclavos.

“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” 1Timoteo 6:10 (RVR 19960)

Si has estado yendo por el camino que Ananías y Safira eligieron ¡Detente! Dios quiere bendecirte en gran manera, no te adelantes a este hecho y caigas en las trampas del enemigo, porque detrás de la codicia está la muerte espiritual y hasta física.

Su bendición no te llevará a la muerte, sino traerá gozo y paz a tu alma.

Por Ruth Mamani.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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