Lucía era una niña de 4 años que estaba empezando a ir a la escuela, pero nunca se imaginó a lo que se enfrentaría en su primera semana.

Entre las niñas de su misma clase, comenzó a correr el rumor de una criatura espelúznate que recorría las viejas y desgastadas cloacas que estaban bajo su escuela. Se trataba de un hambriento y enorme cocodrilo cuya boca podía abrirla tan grande que era capaz de tragarse a un adulto de un solo bocado, y que de vez en cuando, sacaba la cabeza por uno de los escusados del baño.

El rumor fue cobrando cada vez más fuerza y ya ninguna de las pequeñas quería ir al baño sola, todas se ponían de acuerdo para ir en conjunto o mínimamente de dos en dos.

La pequeña Lucía terminó convenciéndose de aquella mentira y se negaba a ir al baño sola, lo peor, ninguna de sus compañeritas quería acompañarla y cada vez que alguien mencionaba algo del cocodrilo, ella no podía esconder el temor que tenía. Algunas niñas alimentaban más el rumor comentando que habían visto al cocodrilo, otras decían que por poco y las atrapa, pero que se habían salvado de puro milagro.

Angustiada por la tremenda mentira y por la actitud de sus compañeritas, nuestra protagonista no aguantó más y fue a pedirle a su maestra que por favor la acompañara al baño porque tenía miedo del cocodrilo. Al oír todo eso y tras un corto silencio, la maestra arrugó el entrecejo, se quitó los anteojos, volteó a ver a la pequeña y le preguntó con voz apacible, ¿qué tenía que ver el baño con un cocodrilo?

Al terminar la historia de todo el rumor, la maestra se arrodilló para ponerse ala altura de la pequeña, se sonrió levemente, trató de consolarla y con serenidad, le explicó que todo era sólo una mentira. Al final todo quedó aclarado.

Quizás presa de su misma inocencia, Lucía terminó creyendo las mentiras que algunas de sus mal entretenidas compañeritas habían creado. Pero con un poco de madurez, resulta hasta gracioso el hecho de que alguien pueda creer que un hambriento cocodrilo pueda atacar sacando la cabeza por el escusado del baño.

Pero la realidad es que mentiras tan absurdas como esas, son las que nos atacan todos los días y lo peor es que las creemos. Una de las más típicas es la que viene tras el pecado y que dice: “Dios ya no te va a perdonar” o cuando no tenemos sensaciones físicas cuando oramos, “Dios no está escuchando”. Podría continuar llenando la plana con más ejemplos:   “Dios no tiene tiempo para tus pequeñeces, a él tienes que molestarlo por cosas grandes”, “Jesús está enojado contigo”, “Tus problemas financieros son grandes y orar no te ayuda”, “Dios te está castigando por tus pecados”, etc.

Estas son mentiras que tienen el mismo grado de inocencia que la del cocodrilo, pero nuestro adversario se ocupa de repetirlas con tanta insistencia que terminamos creyéndolas y cuando comenzamos a ser presas de una mentira, es cuando nuestra fe en Dios es derribada.

A través de las líneas escritas en la biblia, podemos ver un sinfín de promesas e historias que nos ayudarán a madurar para no caer ante cualquier falso rumor que el enemigo haya plantado en nuestro camino.

Salmos 9:10 dice: “Señor, los que te conocen, confían en ti, pues nunca abandonas a quienes te buscan.” Versión Dios Habla Hoy

Ponte en marcha, comienza a buscar a Dios y líbrate de esas mentiras.

 

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario