Para que uno cumpla con una tarea que le fue encomendada es imprescindible que haya escuchado perfectamente lo que se le pidió realizar, de otro modo, la misión no se ejecutaría como fue planificada.

Un mensaje puede entenderse claramente cuando el que está esperando recibirlo, escucha atentamente y dispone todo su ser para comprenderlo. Otros factores importantes son el ambiente y la distancia, porque el ruido y las interferencias son causantes de que el mensaje se pierda o se distorsione.

Eso fue lo que justamente hizo Abraham cuando Dios lo llamó para que dejara su tierra y fuera a otra que él le daría por herencia. Se fue sin saber a dónde iba pero confió en Él. Incluso cuando llegó a Canaán, la tierra que se le había prometido, vivió allí por fe, pues era como un extranjero que al principio se estableció en carpas.

Esa actitud es la que todos deberíamos imitar, porque muchas veces estamos presentes en determinados lugares pero nuestra mente está ausente, y eso nos impide llegar a conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas. Él todos los días nos escucha y nos habla, somos nosotros los que estamos muy ocupados y preocupados para escucharlo.

Cuando Dios no nos responde en el tiempo que esperamos, puede ser porque está esperando el mejor momento para hacerlo pero también este silencio debe ser una alerta que nos haga analizar qué cosas nos están impidiendo escuchar su voz. Identifica cuáles son los factores que te están impidiendo escucharlo, posiblemente son problemas familiares, una enfermedad, una deuda, la falta de trabajo, una adición o el estilo de vida tan acelerado que estás llevando. ¡Haz un alto en todas tus actividades diarias! Separa un tiempo y un lugar para conversar a solas con Dios, porque sólo de esa manera llegarás a conocerlo mejor y confiar en sus promesas, llegarás a tener una relación más íntima y personal con Él además de conocer los planes que tiene para tu vida.

Dios tiene distintas maneras de hablarte: usa a personas, circunstancias, canciones, videos, mensajes, etc. para expresarte su amor y darte dirección, pero eres tú el que debe estar atento y dispuesto a escuchar su voz y obedecerlo.

Muéstrame la senda correcta, oh  Señor; señálame el camino que debo seguir. Guíame con tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios que me salva. Todo el día pongo en ti mi esperanza. Salmo 25:4-5 (NTV)

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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