Cuando explotó la segunda guerra mundial, el primer ministro Inglés Winston Churchill, tomó el mando de la isla británica convirtiéndose en uno de los más grandes líderes de su época. Su carácter y la forma de alentar a su pueblo, era algo que hasta estos días podemos recordar con admiración.

Todos sabemos que al final Inglaterra junto a sus aliados terminaron, triunfando sobre las fuerzas opositoras. El carisma de Churchill y la victoria, hacen que sea un orgullo para su nación y que todos lo recordemos por ello.

En algún rincón de nuestro corazón, todos queremos que nos recuerden por nuestros triunfos, por los logros que tenemos, por las victorias conseguidas y por todo aquello que conseguimos en el pasado. Pero queremos que nuestros errores sean escondidos, que permanezcan ocultos y que nadie los encuentre.

Este razonamiento parece acertado, finalmente ¿a quién le gusta ser recordado por sus errores?, ¿acaso no es mejor ser conocido por los triunfos obtenidos?

Contradictoriamente la Biblia hace especial énfasis en las derrotas de los hombres: hay un lujo de detalles en el pecado de David que abarcando varios versículos, el libro de Jonás habla bastante de su desobediencia, hay un número grande de errores cometidos por Pedro que son mencionados, Pablo es notoriamente visto como un hombre sanguinario durante el relato de la lapidación de Santiago, Sansón es un hombre que no respeta la unción que Dios le dio, etc.

¿Por qué la Biblia hace tanto énfasis en los errores que el hombre ha cometido?

Al leer todas esas historias siempre hay un común denominador; Dios siempre está presente para restaurar y para renovar todo lo que haya devastado el pecado. En todos los casos mencionados en la biblia anteriormente y también los que no fueron mencionados, nuestro Padre siempre demostró un despliegue de misericordia que llevó al hombre a un renuevo.

Quizás los momentos de la vida más importantes de cualquier hombre son cuando se sentía totalmente destruido por las muchas circunstancias de la vida y casi sin imaginarlo, Dios salió a su encuentro con su regalo de amor. ¿Acaso puedes recordar un momento en el que sentiste los brazos de Dios extendidos para consolarte?

Celebremos juntos tus victorias, pero nunca olvidemos los momentos de derrota en los que Dios estuvo presente y no nos dejó solos.

Deuteronomio 8:11-14 “Tengan cuidado de no olvidarse del Señor su Dios. No dejen de cumplir sus mandamientos, decretos y leyes que les he ordenado hoy. Cuando hayan comido y estén satisfechos, y vivan en las buenas casas que hayan construido, y vean que sus vacas y ovejas han aumentado, lo mismo que su oro y su plata y todas sus propiedades, no se llenen de orgullo ni se olviden del Señor su Dios, que los sacó de Egipto, donde eran esclavos.” Versión Dios Habla Hoy (DHH)

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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