Interceder significa rogar, pedir por otro para obtener una cosa. También consiste en: abogar, intermediar, intervenir o mediar. Es la acción de hablar en favor de alguien para librarlo de un problema o para procurarle un bien.

La definición del diccionario bíblico es ponerse en el lugar de otro. En otras palabras, quien intercede, actúa como nexo entre una persona y Dios.

El capítulo 18 del libro de Génesis nos relata cómo Abraham intercedió ante Dios para que Sodoma no fuera destruida. Entonces Dios le dijo a Abraham: -Ya son muchas las quejas que hay en contra de Sodoma y Gomorra. Ya es mucho lo que han pecado. Iré allá y veré con mis propios ojos si es verdad todo lo que me han dicho.

Abraham le respondió: -No me digas que vas a matar a los buenos junto con los malos. Supongamos que en la ciudad se encuentran cincuenta personas buenas. ¿No perdonarías, por esas cincuenta personas, a todos los que allí viven? ¡Tú eres el juez de toda la tierra! ¡Tú no puedes matar a los que hacen lo bueno junto con los que hacen lo malo! ¡Tú eres un Dios justo!

Y Dios le contestó: -Si encuentro en Sodoma cincuenta personas buenas, por ellas perdonaré a toda la ciudad.

Pero Abraham volvió a decir: -Dios mío, perdona mi atrevimiento de hablar contigo, pues ante ti no soy nada. Pero, ¿qué pasará si en toda la ciudad sólo hay cuarenta y cinco personas buenas? ¿Destruirás de todos modos la ciudad?

Dios respondió: -Si encuentro esas cuarenta y cinco personas, no la destruiré.

Una vez más, Abraham dijo: -¿Y qué tal si sólo encuentras cuarenta?

Dios le aseguró: -Por esos cuarenta, no destruiré la ciudad.

Pero Abraham insistió: -Dios mío, no te enojes conmigo si sigo hablando; pero, ¿qué pasará si no hay más que treinta personas buenas?

Y Dios le dijo: -Si encuentro esas treinta personas, no destruiré la ciudad.

Abraham volvió a insistir: -Dios mío, realmente soy muy atrevido, pero ¿si sólo se encuentran veinte?

Dios respondió: -Hasta por esos veinte, no destruiré la ciudad.

De nuevo dijo Abraham: -Yo te ruego, Dios mío, que no te enojes conmigo, pero sólo insistiré una vez más. ¿Y qué tal si sólo se encuentran diez?

Y Dios le aseguró: -Por esos diez, no destruiré la ciudad.

A los pocos días Abraham se levantó temprano una mañana y salió de prisa al lugar donde había estado hablando con Dios. Miró al otro lado de la llanura, hacia Sodoma y Gomorra y vio que subían columnas de humo como si hubiera una gran hoguera.

Fue así como Dios destruyó las ciudades del valle, pero se acordó de Abraham y salvó a Lot y a toda su familia, de ésta terrible destrucción.

Sigamos el ejemplo de Abraham, que intercedió por su sobrino y Dios lo escuchó. De la misma manera, nosotros también supliquemos por nuestras familias y seres queridos, para que Dios tenga misericordia de ellos y los salve, que ninguno deje éste mundo sin haberlo recibido en su corazón como su único Salvador.

No nos cansemos de orar por ellos, porque Dios es bueno y no permitirá que se pierdan. A pesar de no ver significativos cambios en sus vidas, no nos cansemos de interceder por su salvación, porque Dios puede usar la vida de otras personas e incluso circunstancias para que ellos procedan a arrepentirse de la manera en la que están viviendo y entiendan que los placeres de ésta vida son pasajeros pero la recompensa de agradar a Dios y cumplir sus mandamientos es eterna.

Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá. Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta. Lucas 11:9-10

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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