Dios siempre se ha caracterizado por invitar a sus hijos a habitar con Él. Desde un principio nuestro Padre nos ha estado haciendo invitaciones para hablar con Él, para creerle, para salvarnos y sostenernos. La palabra “venir” se usa por lo menos mil veces en la Biblia.

Dios invita a Noé y su familia para que entren en el arca, de manera que puedan ser salvados del diluvio que está a punto de ser enviado a la tierra. Esta invitación tiene una cosa en particular, que aunque fue dada hace tantos miles de años atrás, Dios sigue invitando a la gente a entrar en el Arca. (Génesis 6).

Necesitamos mostrar que el arca aún está abierta para salvar al hombre que está perdido. Esto es cuestión de fe, necesitas creer y comprometerte para dar ese paso.

Antes de que Noé y su familia pudieran salvarse tenían que comprometerse a aceptar la invitación del Señor para entrar en el Arca. Fue difícil para ellos pero aún así creyeron y se comprometieron.

Que no se nos olvide esta verdad: Si estamos en el arca de la salvación hoy es porque Dios nos extendió su gracia. Nadie llegó al Señor por su propia cuenta. “Pues nadie puede venir a mí a menos que me lo traiga el Padre, que me envió, y yo lo resucitaré en el día final.” (Juan 6:44 NTV).

Jesús dijo que ninguno podía venir a Él, a menos que el Padre interviniera en todo eso. Cuando Dios nos hace la invitación de entrar al arca de la salvación es porque estamos perdidos o queremos desviarnos. Así que lo que Dios hace es convencernos que Jesús murió por nosotros. Si no hubiera sido por la gracia y el amor de Dios, Noé y su familia habrían muerto. Así que, el arca en sí es una representación de la gracia divina.

Hoy Dios te presenta un nuevo arca para salvarte; sin embargo, es tu decisión si aceptas o no la invitación a entrar.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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