Son muy pocas las personas que al preguntarles la razón por la que tienen una cicatriz en su cuerpo, no agachan la cabeza o no se ponen tristes, la mayoría recuerda con melancolía ese momento causado por un accidente o una mala decisión.

Lo mismo sucede con los tatuajes, porque a pesar del tiempo, éstos no se borran. Recuerdo el comentario que hizo un muchacho cuando dijo que su amigo había intentado de muchas maneras quitárselo pero que no lo había logrado.

Si bien las cicatrices y los tatuajes nos dejan marcas en nuestro cuerpo para toda la vida, de igual manera lo hace el pecado en nuestro interior cuando no lo confesamos. Es como una herida infectada que si no se la cura a tiempo, puede llegar a causarnos la muerte espiritual. Por esa razón es que Dios nos recomienda guardar nuestro corazón por sobre todas las cosas, porque éste determina el rumbo de nuestra vida.

El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas. Salmo 147:3 (RVR 1960)

Dios, en su infinito amor y misericordia, nos perdona y olvida nuestros pecados, hace que las consecuencias de nuestras malas decisiones no sean las que verdaderamente merecíamos. Pero qué distinto sería si nosotros hubiéramos tomado conciencia de las repercusiones de nuestros actos en esos momentos. Ahora ya no podemos volver el tiempo atrás ni tampoco vivir con remordimientos ni culpas, debemos ser más sabios y prudentes, para no perder nuestra salvación.

Sé sincero contigo mismo y respóndete: ¿Estoy agradando a Dios con mi manera de vivir, con mis pensamientos, miradas, actitudes y palabras o todavía estoy viviendo en función a los deseos de mi carne en vez de ser sensible a la voz del Espíritu Santo y apartarme de toda tentación?

Sólo tú conoces qué áreas de tu vida son débiles, deja de causarte más heridas y dolor porque no sólo te estás lastimando a ti mismo sino también a las personas que amas. Aléjate de toda relación que no es sana, ya no mantengas comunicación con ella o él ni frecuentes a los mismos amigos o lugares donde podrías encontrártela(o) y volver a pecar. Recuerda que tu cuerpo no te pertenece y que es templo del Espíritu Santo. (1 Corintios 6:19)

Deja ir el pasado y todo aquello que te está apartando de Dios, porque es necesario que tus manos estén libres y tu corazón esté sano para recibir lo que Él tiene para ti ahora.

Eres el único responsable de cuidar tu corazón.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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