Quizás las cosas más difíciles de enfrentar,  para todo ser humano, son la vergüenza y la culpa. Esos sentimientos que turban nuestro ánimo por algún error que cometimos o por alguna humillación que otro nos hizo pasar. Dependiendo de lo que haya sucedido, la persona que los sufre,  podría pasar por tener el rostro colorado hasta afrontar una fuerte depresión.

Mucha gente, al no poder lidiar con estos sentimientos, decide ponerle fin a su sufrimiento y recurren a la decisión más extrema y terrible que podrían haber tomado: el suicidio. No son pocos los casos que se han escuchado de jóvenes y adolescentes que por vergüenza, porque fueron víctimas de bullying, publicaron una fotografía que no debían en una red social o alguien difundió una cosa muy personal exponiéndolos al juicio público, tomaron esa decisión. Son muchos otros los casos de personas que por una mala decisión destruyeron sus hogares, sus empresas, sus vidas y las de otros; y al no poder cargar con la culpa tomaron decisiones sin retorno.

Estos verdugos nos van destruyendo en lo más profundo. Tal vez es algo que nadie sabe, que sólo pasa al interior de tu casa o quizás es público, pero lo cierto es que después de lo que pasó, tu vida nunca será la misma.

Pedro y Judas, cometieron errores terribles, prácticamente al mismo tiempo. Uno entregó al maestro por unas monedas y el otro lo negó. Lo que hizo Judas, sin duda fue terrible pero Pedro no se queda atrás. Jesús le había dicho que lo negaría antes de que cantara el gallo y Pedro no lo negó una vez sino tres. El hombre que había dicho que estaba dispuesto a ir hasta la muerte con Cristo lo había negado; una falta tan grave o mayor que la de Judas.

¿Imaginas el sentimiento de culpa y la vergüenza que debieron sentir ambos hombres? Cuando comprometemos o traicionamos nuestros principios y creencias un manto de vergüenza y culpa nubla nuestras vidas. Pudiste copiar en un examen, ser infiel a tu conyugue, engañar a tus jefes, abusar de la confianza de tus padres, traicionar a un amigo, cualquier cosa. Haya salido a luz o quedado en la intimidad, tu falta puede estar terminando contigo.

Pero el final de la historia depende de ti, puedes escoger colgarte de un árbol como Judas o arrodillarte a los pies del madero del que colgó el Hombre que pagó por tus culpas.

No permitas que la vergüenza y la culpa terminen con tu vida. Como seres humanos somos expertos en recordar nuestras faltas, en culparnos, en revivir los momentos que nos duelen, en permitir que la vergüenza nos atormente una y otra vez. Sin importar si tú cometiste la falta o si alguien te hizo daño, hay alguien que te ofrece perdón y que ha decidido no recordar tus faltas, que te espera con los brazos abiertos, alguien que te ofrece empezar de nuevo tu historia, dejando atrás aquello que te avergüenza.

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1 Juan 1:9

Que tus verdugos no te nublen la vista, no permitas que te lleven al madero equivocado. Estoy segura que si Judas se hubiera arrepentido de su falta, Dios lo habría perdonado porque su amor y compasión son mucho más grandes de lo que podamos comprender.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario