Un dolor profundo y decepción  es lo que hay en el corazón de un hijo cuando le falla a su Padre. Siente que ya no hay perdón ni posibilidad alguna de restauración, siente que todo está perdido y que no hay esperanza. ¿Te sientes así?

“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.” Romanos 7:15,19

En este  pasaje el apóstol Pablo reconoce que es el pecado que mora en nosotros el que nos lleva a caer una y otra vez, incluso exclamó: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Romanos 7:21.

Hay algo que debemos tener en cuenta los hijos de Dios y es que la naturaleza pecaminosa seguirá existiendo en nuestros cuerpos durante toda nuestra vida terrenal. No podemos pensar  que nunca  caeremos en  pecado  porque si pensamos así, con mucha facilidad, nos expondremos al mal y pecaremos. No debemos olvidar que  nuestro cuerpo está en  batalla, entre el Espíritu y la carne, desde el momento en que recibimos a Cristo.

Si has vuelto a caer en pecado y piensas que no hay más perdón para ti, lee las palabras de Jesús: “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete”. ¿Sabes lo que esto significa? Si esto lo instruye Jesús a los hombres, ¿puedes comprender la magnitud del perdón que Dios tiene para ti? Otra promesa dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1 Juan 1:9. Además, ten en cuenta lo que hace Jesús por ti.  “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” 1 Juan 2:1

No te quedes ahí, ponte de pie y vuelve a Dios.  Él ha prometido su amor inagotable y  estar contigo cada día de tu vida. Si has tropezado  toma su mano extendida y levántate. Si te siente sucio, ve a Él y arrepiéntete porque está dispuesto a sacudir el polvo de tus vestiduras. Si te sientes indigno, recuerda que ningún ser humano es digno.  Si sientes que no puedes más, díselo a Jesús, Él te comprenderá y ayudará.

No puedo cerrar este devocional sin antes decirte que el pecado trae castigo de parte de Dios, si bien es cierto que eres salvo, también es verdad que puedes sufrir la disciplina del Padre, pues el Señor al que ama disciplina y azota a todo aquel que recibe por hijo, para que no sean condenados juntamente con el mundo.

¡Sigues siendo su hijo, acércate con confianza a tu Padre!

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario