Michael, desde que era niño, soñaba con tener un barco. Cuando empezó a trabajar se empeñó en ahorrar con el propósito de conseguirlo. Al pasar el tiempo se enamoró de una joven con quién compartió sus sueños e inquietudes. Ella lo entendió, y por esa razón, lo apoyó en el ahorro para el famoso barco. Sin embargo, las actitudes y necedades de Michael hicieron que ella tomara la decisión de distanciarse.

Ambos tenían el dinero listo para cumplir sus sueños, pero ella ya no quiso acompañarlo; le ofreció  a Michael quedarse con el barco porque lo amaba y sabía que era su sueño, pero ella no iría con él.

Michael compró el barco pero se dio cuenta que no tenía sentido vivirlo solo porque, aunque realizó su sueño, no era feliz, no servía de nada si no estaba la persona a quien amaba.

“Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré; y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo (a la tierra que fluye leche y miel); pero yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino.” Éxodo 33:1-3

Dios decide retirar su presencia de en medio del pueblo debido al pecado y al corazón duro que ellos mostraban, y les dice: “Tendrán que ir solos, enviaré un ángel, pero no iré con ustedes.” Esto los llenó de desesperación, no el hecho de que pudieran ser consumidos en el camino, sino la mala noticia de entrar a la tierra prometida sin Él.

Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. Éxodo 3: 15

El pueblo de repente despertó y dijo: “¿Qué valor tiene Canaán? ¿Qué valor tienen la leche y la miel si tú no estás con nosotros?” Ellos vieron que la presencia de Dios, tener comunión con Él y contar con su compañía eran más importante que todo lo demás. Demostraron su necesidad de Dios por encima de sus deseos: “si no vienes con nosotros no queremos ir, no queremos la leche y la miel, te queremos a ti”.

Cuando uno despierta se da cuenta realmente que no hay nada tan serio como estar sin la presencia de Dios. Es posible que estés pidiendo al Señor un milagro o una bendición, sin embargo, pregúntate: ¿Está Dios en medio de mí? ¿Su presencia está conmigo? Ten presente que no hay prosperidad externa, ni ningún tipo de éxito que pueda compensar la ausencia de Dios.

Es posible que estés haciendo algo que te aleja cada día más de Dios, incluso puedes tener éxito, prosperidad, todo puede aparentar estar bien, pero sin la presencia de Dios serás como un sepulcro que aparentan ser hermoso por fuera pero por dentro está lleno de huesos muertos. Reflexiona y antes de pedirle algo, clama a Dios para que su presencia te acompañe éste día.

¡Cualquier otra bendición no tiene ningún valor si Dios no está conmigo!

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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