Dos caras del mundo

Se reporta que 14 familias están presentando una demanda a los gigantes de internet, de los aparatos móviles y un fabricante de automóviles por varias decenas de niños que han muerto en la extracción de cobalto.

El cobalto es usado para la fabricación de los aparatos y vehículos que fabrican estos gigantes tecnológicos. Si ya es un crimen el trabajo esclavo de niños, más atroz es que reciben un pago local de uno o dos dólares diarios. Téngase en cuenta que una tonelada de cobalto se transa entre 80.000 y 90.000 dólares estadounidenses.

En Chile, acaba de salir la encuesta anual de feminicidios – asesinatos de mujeres por su condición de mujer – ocurridos este año.

El dato es que 44 mujeres fueron asesinadas, cifra bastante inferior a las 290 de Argentina y parecidas cifras en Colombia y Brasil. En un breve relevamiento que hicimos hace dos años para el programa Uno Nunca Sabe supimos que en el lapso de diez años más de 70.000 mujeres fueron asesinadas por sus actuales o ex parejas.

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En otro lado del cuadro, los cristianos consultan a consejeros, gurús, predicadores y ministros cómo pueden hacer para encontrar paz mental, tranquilidad espiritual, certezas importantes acerca del destino eterno de sus mascotas y de la conveniencia o no de masticar chicle durante los tiempos de ayuno.

Temas tan dramáticos como permanecer o no en la iglesia que “hirió a mi novia” o si es lícito bailar en una fiesta de promoción del último año de secundaria.

Hay quienes quieren saber si en la siguiente vida van a conocer a sus parientes o si podrán tener importantes charlas con los apóstoles para saber quién escribió Hebreos.

Importantes sumas de dinero están siendo invertidas para adquirir equipos de música y multimedia para el megatemplo o construir un búnker apropiado a la dignidad del súper líder que sacrificadamente los conduce.

Dos caras del mismo mundo.

La Palabra nos ilumina un poco el cuadro:

“En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?”

Tal vez valga la pena recordarles que nuestros hermanos y hermanas no son solamente quienes están en nuestra iglesia sino en todo el mundo