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Idamia (3)

Idamia Arias dio a luz a su primogénita en las horas postreras del último día de 1946. Todo quemaba; el verano se había anunciado caliente y el presagio se había cumplido cabalmente. Algunas horas después, agobiada por el calor, se dio un baño frío y descalza y en camisón se subió a un peral y se hartó de comer sus jugosos frutos. En medio de la noche le vino lo que ella solía llamar un “sobreparto” y se salvó apenas de una muerte segura…

“No existe una escuela que enseñe a vivir” advierte una canción de Sui Generis. Ni tampoco, por lo visto, existe una escuela que nos enseñe a morir. La muerte se nos presenta con sus ridículos, indignantes y definitivos argumentos y nada más toca hacerle frente aunque sea con una pizca de dignidad.
Me enteré hace algunos días por mi hermana mayor que a mi mamá se le hacía muy difícil administrar el nacimiento de sus hijos y que solía decirle a Dios que se la llevara en el siguiente parto como a la bíblica Raquel que murió al dar a luz a Benjamín. Siempre tuve la sospecha que ese disgusto existencial no abarcaba solamente el capítulo de los ocho nacimientos que afrontó.
La madrugada del domingo 16 de julio, a las 3.30 horas se cumplió esa profecía autoanunciada. A sus noventa y un años de una vida marcada por el trabajo y los avatares de la familia se le debía otorgar el derecho de responder como Jacob frente al Faraón: que sus ciento treinta años de vida habían sido “pocos y malos”.
No sabría decir cuántas alegrías tuvo mi mamá en su vida; me atengo a la experiencia de haberla oído afirmar muchas veces, “El único lugar donde soy feliz es en la iglesia”. Al menos durante alguna tarde de lunes y otros cuatro o cinco noches podía decir que estaba contenta.
Seguro hubo algunas otras cosas la alegraron y abrigo la esperanza que haya sido con nosotros, su familia. Ultimamente su único contentamiento era vernos durante nuestras fugaces visitas a su hogar en un pueblo rural. En las horas que duró su velatorio decenas de hermanas y hermanos atestiguaron del bien que les había causado la vida y el ministerio de la hermana Idamia lo cual me causado una auténtica alegría.
Debo acordarme de decírselo si nos llegamos a encontrar en el lejano país de Nunca Jamás

(Este artículo ha sido escrito especialmente para la radio cristiana CVCLAVOZ)

Benjamín Parra Arias

Hay otros universos alrededor nuestro. Contenidos, significados, códigos diversos. Sobre todo, vidas intensamente reales. Espejos donde nos vemos tal cual. Imaginaciones, sueños, broncas, esperanzas, crónicas y memorias...

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