La radio y la televisión interrumpen su programación. Los periódicos detienen las prensas y lanzan ediciones especiales. Los medios multiplataforma y las redes sociales estallan. Una masacre, una muerte dudosa, unos estudiantes asesinados, un hecho dramático irrumpe en el trajín de las metrópolis.
Se analizan los hechos. Se reconstruyen virtualmente los escenarios. Los líderes políticos y de opinión entregan declaraciones públicas. Columnistas y comentaristas reflexionan sobre diferentes aspectos de la noticia. Los noticieros dedican la mayor parte de sus espacios a profundizar en la información, con entrevistas a testigos, parientes y personas relacionadas.
Las autoridades son emplazadas a aclarar los hechos. Se sindica a los responsables del manejo de la seguridad pública. Ruedan cabezas importantes del régimen. Se inician sumarios para deslindar responsabilidades administrativas. Se invocan leyes no aplicadas o se propone una legislación que ampare a las víctimas y a la sociedad.
Intelectuales, artistas y académicos analizan los perfiles filosóficos, culturales y científicos del hecho. Se exploran los valores puestos a prueba por los acontecimientos recientes. Se busca entender hasta dónde están amenazados los fundamentos de la sociedad y cuáles son las consecuencias de ello para el presente y para el futuro.
Por cierto, hay mucha palabra y mucha tinta que no contribuye en nada, excepto a los índices de audiencia, que suben gracias a la curiosidad de una masa que dentro de unas semanas habrá olvidado los hechos: un festival, el verano, un fin de semana largo, un escándalo de la farándula reemplazarán para siempre lo importante por lo emergente y sensacional.
En medio de todo este mare magnum, un grupo extraño se mantiene al margen. Sus medios, sus personeros y su enorme cuerpo social continúan atendiendo a sus importantes asuntos: el discurso estimulante, la música propia, los acontecimientos institucionales, sus libros, sus gurús orientadores, la impresionante prescindencia en nombre de cierta pertenencia a un mundo superior y lejano. No pertenecen al amplio universo de los otros. Viven y disponen de los ingentes recursos que provee la sociedad civil, pero ella no les interesa más que en el específico asunto de ganar algunos adeptos para su proyecto particular.
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