Está científicamente comprobado que los sucesos de la niñez afectan el porvenir de una persona. (Para más información, leer Lo que pasó en tu niñez influye en quien eres hoy). Los malos recuerdos que se acumulan durante la infancia marcan drásticamente el comportamiento, actitud y hasta personalidad de alguien. Si en un hogar hay violencia, maltrato psicológico, rechazo y otras situaciones tóxicas, es muy probable que la víctima practique lo mismo con sus propios hijos. Este círculo vicioso nunca termina a menos que la persona tome la decisión de cambiar su futuro y el de la siguiente generación. En la actualidad existen diversos métodos (algunos incluso se realizan directamente en el cerebro) para superar un trauma de la niñez, pero a continuación se detalla un proceso no invasivo y mucho más económico.
Suena cliché, pero después de la aceptación, el perdón es el paso más importante que se debe dar. Cuando alguien atraviesa una situación difícil está propenso a tener una de tres actitudes:
Cada actitud mencionada es negativa porque es una señal que demuestra que la herida está aún abierta. Es imprescindible que haya perdón para que una persona pueda avanzar y liberarse del dolor del pasado. Perdonar no significa olvidar ni pretender que nada sucedió. En cambio, es estar en paz con lo sucedido, y aún cuando se recuerda el hecho, no se siente la misma aflicción de antes.
Los traumas generalmente son secretos que se calla. Y, según las investigaciones, guardar un secreto es dañino para la salud física y mental. (Para más información, leer Guardar secretos es dañino para ti). Por esta razón es importante buscar el apoyo o asesoría de alguien autónomo. Puede ser un consejero, terapeuta o algún otro personal capacitado para la labor. Contar con el punto de vista imparcial de una persona ayuda a descubrir si hay algún asunto oculto que necesite resolverse, en qué medida el trauma afecta en el presente, etc. Además es necesario tener a alguien al lado que pueda ser de soporte en los momentos más críticos.
Una vez que se identifica qué acciones del pasado afectan el presente, se puede tomar decisiones sabias para cambiar el rumbo de la vida. Esto no quiere decir que, con el afán de no repetir el círculo vicioso, uno tenga que irse al extremo. Sino que tomar decisiones bien pensadas y no actuar de acuerdo a las circunstancias. Puede que al principio sea difícil salir del mismo patrón de conducta, pero si hay determinación y se avanza un paso a la vez, se puede mejorar el presente y el futuro.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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