Es posible no discriminar a los demás y aceptarlos como nuestros semejantes; solo es cuestión de práctica y decisión. Si te preguntas cómo se puede lograr, presta atención a los siguientes consejos.
Como seres humanos solemos clasificar todo. Es una acción natural de nuestro cerebro y que nos ayuda a recordar mejor las cosas. Sin embargo, también nos lleva a crear estereotipos. Por esa razón, para no discriminar a los demás debemos dejar de crear categorías para los grupos sociales.
Lo común es poner la gente en grupos; por ejemplo: tímidos, religiosos, altos, raperos, jóvenes, inteligentes, latinos, etc. Puede que una categoría sea una característica de una persona, pero no la identifica por completo.
Si quieres evitar la discriminación a los demás, olvídate de las clasificaciones. Comienza a ver a las personas como seres individuales y no por las etiquetas que tienen.
Puede que algo te parezca gracioso, pero eso puede herir los sentimientos de las personas. Antes de hacer bromas sobre temas como raza, cultura, edad, apariencia, religión, etc., pregúntate si te gustaría que se burlen de alguna de tus características.
Evita caer en la trampa de predecir el comportamiento de la gente. Por ejemplo, algunos dicen: ≪Esa persona responderá así porque es de tal país≫; y aunque podemos acertar en esa predicción, no podemos saber con exactitud qué piensa o siente alguien.
Solo porque una persona tiene una característica distintiva, no quiere decir que actuará como el estereotipo. Así que no supongas, y en vez de eso, concéntrate en conocer a la persona.
La peor forma de conocer a alguien es no dejando que hable. Para no discriminar a los demás habla menos y escucha más. De esta manera te enterarás de qué mitos y falsas creencias existen sobre los estereotipos. Además, te ayudará a culturizarte y a educar a otros.
Cuando des oportunidades, no descalifiques de inmediato a la gente. Por ejemplo, si quieres elegir a alguien para que dé un discurso, no descartes de inmediato a los introvertidos. Una persona así puede sorprenderte y dar un mejor discurso, en comparación a un extrovertido.
Y si, por ejemplo, quieres elegir a alguien por su presencia, no te confíes en su belleza física. Alguien puede verse más atractivo si tiene una mejor actitud y si sabe comunicarse adecuadamente.
Si una persona perteneciente a un grupo social actúa de una manera, no significa que todos se comportarán de igual forma. Y si has tenido malas experiencias con cierto tipo de gente, no implica que la situación se repetirá con todos los demás.
Una de las claves para no discriminar a los demás es evitar las generalizaciones.
Los comentarios de otros pueden servir de guía, a veces; pero no puedes dejarte llevar por ellos en cada ocasión. Lo mejor es averiguar por tu cuenta con qué clase de persona estás lidiando. Esto evitará que caigas en los prejuicios.
Finalmente, la regla más importante es siempre tratar a otros como quieres que te traten. Si no quieres que te discriminen, no discrimines a otros. Si no quieres que te califiquen y pongan dentro de un estereotipo, entonces no hagas lo mismo con otros.
La vida te presentará ocasiones para hacer el bien, y debes aprovecharlas. Esa será una semilla que hará que el bien se propague.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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