No hay una carrera universitaria que enseñe cómo ser un mejor padre; pero la escuela de la vida enseña qué se debe o no hacer en la crianza de los hijos. A esto se le suma los miles de estudios que se vienen realizando, los cuales ayudan a los padres a tomar mejores decisiones con respecto a sus hijos.
En base a esas investigaciones, a continuación se encuentran una serie de consejos que sirven para criar niños con una base sólida y que tengan los recursos necesarios para vivir en el mundo que les espera.
Lisa Feldman Barrett, neurocientífica y psicóloga, advierte que los padres no deben asumir el rol de carpinteros sino de jardineros. Un carpintero esculpe la madera según la forma que quiere; pero un jardinero deja que las plantas crezcan al cultivar un campo fértil.
De igual manera, los padres deben proveer un ambiente adecuado para que sus hijos se desarrollen y tomen sus propias decisiones. Por ejemplo, muchos padres creen que sus hijos deben heredar sus ocupaciones o intereses, y les obligan a practicarlo. Otros quieren redimir sus errores y fuerzan a sus hijos a ser lo que ellos no fueron de jóvenes. Mientras que algunos quieren que sus hijos cumplan los sueños que ellos nunca alcanzaron.
Según Feldman, un método más efectivo es ver primero qué metas y sueños tienen los hijos, y luego ayudarles a desarrollarlos: «Una vez que comprenda qué tipo de planta está cultivando, puede “ajustar el suelo” para que eche raíces y florezca».
Estudios demuestran que hablarles constantemente a los niños pequeños hace que tengan un vocabulario más complejo; pero no es el único beneficio: también les ayuda a regular sus emociones.
Háblale sobre qué causa las emociones y cómo afectan a alguien: “¿Ves a ese niño llorando? Él siente dolor por haberse caído y rasparse la rodilla. Está triste y probablemente quiere un abrazo de sus padres”.
Cuando llegan a la edad de preguntar el porqué de todo, una forma de responder es explicando los sentimientos de las personas y las consecuencias de las decisiones. Feldman asegura que los padres son una especie de guía de turismo para sus hijos, y es su deber acompañarlos en el viaje «a través del misterioso mundo de los humanos y sus movimientos y sonidos».
Feldman sostiene que ser un mejor padre implica describir las acciones a los hijos, en vez de ponerles adjetivos. Esto quiere decir que:
Cuando tu hijo golpee a tu hija en la cabeza, no lo llames «niño malo». Sé específico: «Deja de golpear a tu hermana. La lastima y la molesta. Dile que lo siente«». La misma regla se aplica a los elogios: no llames a tu hija «una buena niña». En su lugar, comenta sobre sus acciones: «Hiciste una buena elección al no devolverle un golpe a tu hermano».
Al hacer esto, el niño entenderá por qué no debe (o debe) hacer una acción específica, además le ayuda a desarrollar empatía y a ponerse en el lugar de la otra persona.
De igual manera se debe aplicar con las reglas de la casa. En lugar de prohibirle comer dulces en exceso, se debe describir qué sucederá si lo hace; incluyendo las consecuencias para su salud y los demás (si tiene que compartirlo con otros).
Esta forma de enseñanza permite que el niño crezca consciente de que toda acción tiene una consecuencia; y que, por lo tanto, debe pensar bien antes de actuar.
Los niños imitan a los padres porque son su principal fuente de aprendizaje. Y una forma de hacer que ellos imiten lo bueno es enseñándoles que las tareas y deberes del hogar pueden ser divertidos.
Muchos investigadores sugieren que un método es crear juegos para que los niños vean sus obligaciones como divertidas. Esto crea interés, despierta su curiosidad y les ayuda a desarrollar su imaginación.
Este consejo no solo puede aplicarse en los deberes del hogar, sino también en cualquier otro ámbito. Si el niño ve el entusiasmo de sus padres por una actividad específica, ellos también querrán ser parte de ella.
Los niños desarrollan sus habilidades sociales cuando están expuestas a una amplia gama de personas, en un entorno controlado por los padres.
Feldman sugiere que los padres expongan a sus hijos a gente de diversas culturas por dos razones. Primero, porque «los bebés que interactúan regularmente con hablantes de diferentes idiomas pueden retener un cableado cerebral crítico que les ayude a aprender otros idiomas en el futuro». Y la segunda razón es que cuando están expuestos a diversos rostros, cuando sean mayores podrán conectarse, distinguir y recordar mejor, sin tener prejuicios por el color de piel o estatus.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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