Cada uno tiene un motivo por el cual decidió entregarle su vida a Jesús, y aunque cada caso es especial, hay una razón errónea por la cual muchos se involucran en el cristianismo: el miedo al infierno.
Por medio de la Biblia aprendemos que sólo somos pasajeros por este mundo y que nuestro destino final es el cielo. El deseo de Dios es que todos seamos salvos y pasemos la eternidad con Él; sin embargo, los que rechazan el sacrificio de amor que Él hizo por medio de Jesús, automáticamente ya han elegido pasar la eternidad sin Él.
Amar a Dios solo porque tienes miedo al infierno es igual que estar en una relación sentimental solo porque tu pareja te da dinero. Dios nos ha dado la libertad de escoger y Él nunca obliga a nadie. Pretender amar a Dios para evitar el infierno es un acto egoísta y es una manera de burlarse de Él. No obstante, nadie puede engañar a Dios (Gálatas 6:7) pues Él lo sabe todo (Salmos 139).
El «Soneto a Cristo crucificado», también conocido como «No me mueve, mi Dios, para quererte», es un poema que data del siglo XVI. Aunque se desconoce la identidad del autor, por sus palabras se puede decir que era una persona que amaba profundamente a Dios y que no necesitaba saber del cielo o el infierno.
Si eras cristiano por temor al infierno o porque quieres ir al cielo, aún estás a tiempo de cambiar. Acude a Dios en oración y cuéntale tus temores, dudas, y pecados. Él te conoce mejor que nadie y te ayudará a comenzar una nueva vida sincera y llena del verdadero amor que solo Él puede dar. Cuando comiences a amar a Dios por quien Él es, y no por lo que pueda ofrecerte, verás que tu vida cambiará en todos los aspectos.
Este artículo fue producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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