“Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” Juan 8:10-11 (RVR1960).

Dentro del matrimonio pueden darse múltiples situaciones capaces de hacerlo peligrar, uno de ellos es el adulterio. En la antigüedad e incluso en los tiempos de Jesús, este pecado tenía una severa pena. Por lo cual los fariseos y escribas llevaron delante del Maestro a una mujer sorprendida en adulterio.

Si bien en la actualidad, ya esto no se juzga tan severamente, no quiere decir que deba negarse su condición de pecado ni las dramáticas consecuencias que pueden traer al matrimonio. Cristo indicó que incluso al mirar con codicia a una persona ya se adultera en el corazón.

“Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” Mateo 5:28 (RVR1960).

Si has caído en este pecado y ahora sufres sus consecuencias, quiero decirte que hay esperanza de restauración para tu vida, busca el perdón de Dios y de tu cónyuge. Recuerda que Cristo no condenó a la mujer adúltera, sino que le dio otra oportunidad para corregir sus actos y dejar el pecado. De la misma manera, tienes la oportunidad de cambiar tu conducta y recuperar tu matrimonio.

Por Cesia Serna

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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