En la primera página del diario de mi ciudad aparece la foto de un chico que acaba de ser condenado por intento de asesinato. Le ha disparado a una persona con una escopeta recortada. La víctima no murió porque el tiro fue hecho a distancia. El joven, de apenas veinte años, mira con desprecio a la cámara y levanta ambos puños cerrados con el dedo medio levantado, un gesto cuyo significado todo el mundo conoce. Hay dos miradas posibles más allá del efecto que produce su soberbia frente al mundo y que se expresa en tal actitud desafiante.

Una, verlo como víctima de un sistema injusto, donde millones de personas jóvenes no tienen oportunidad de estudio, de trabajo y de un entorno social estable y seguro donde crecer y desarrollarse con alguna ventaja. La otra es comparar su conducta con la de millones de chicas y chicos que en su misma situación eligieron el camino del estudio y del trabajo doblemente sacrificado para superar su entorno y tener una vida socialmente responsable.

¿Por qué, en el mismo escenario de vida, dos personas pueden elegir caminos distintos? Pero, ¿eligen o son determinados por otros factores: familia, colegio, la calle, la cultura dominante? ¿Cuánta posibilidad efectiva de optar tienen o son simplemente condicionados por el ambiente en el que les tocó vivir?

Estaba en la escuela secundaria cuando escuché por primera vez el concepto de  sistema. Había que ir contra el sistema o era imposible escaparse; el sistema era el responsable de la maldad social, de la injusticia, de la supremacía de los ricos contra los pobres.

(Una versión más pedestre del concepto surgió cuando en las oficinas públicas y bancos empezaron a decir que no te podían atender porque se había “caído el sistema”. Si se mira bien, un mal menor comparado con el otro sistema).

Quienes viven en el entorno cristiano deberían pensar en unos conceptos que hay en el Texto y que describen muy bien al sistema: el mundo, este siglo o el presente siglo malo. Jesús primero, San Pablo y otros se refirieron a ello.

El pasaje más socorrido por los creyentes es el que dice que “no somos de este mundo”, no somos del sistema. Pero valdría la pena recordar algo que ya hemos dicho: No somos del sistema pero vivimos en el sistema.

¿No deberíamos ser parte de la solución en lugar de sus críticos?

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