Galadriel: – ¿Por qué el mediano?

Gandalf: – Eso no lo sé… Saruman piensa que sólo los grandes poderes pueden tener el mal controlado. Pero eso no es lo que he aprendido. Yo he encontrado que son las cosas pequeñas, los actos cotidianos, las personas ordinarias quienes alejan la maldad, los simples actos de gentileza y amor.

(El Hobbit I – Un viaje inesperado)

En este pasaje de la película mencionada, Galadriel quiere saber por qué Gandalf ha elegido a Bilbo Bolsón, un hobbit de La Comarca, un ser bastante improbable, para una misión de enormes proporciones. La respuesta de Gandalf es todo un estudio sociológico, bastante oportuno en estos días.

Se suele decir “a grandes males, grandes remedios”. Pero no parece ser esta la conclusión de Gandalf. ¿Por qué cree él que en esa hora crucial no eran los grandes poderes los que debían ser convocados?

Esta imagen me remite inevitablemente a otra: “No temáis, manada pequeña, porque a mi Padre ha placido daros el reino”. El contexto es oportuno. Jesús está enseñando a no depender de las cosas materiales sino de Dios y luego estar preparados para el momento de los grandes acontecimientos.

Los grandes poderes pueden estar preparados para los grandes acontecimientos porque confían en el poder del dinero, los recursos humanos y el poder militar.

La gente común no tiene estos recursos. Pero podría tener la fe en algo más grande que ellos. Y con esos pequeños actos de amor, en la gentileza, en la bondad que desplieguen en este mundo, podrían alejar la maldad imperante.

Pero, ¡que lejos estamos de eso!

Confiamos en gobiernos, en las armas, en la prosperidad económica, en las propiedades para asegurar algún tipo de bien.

La historia demuestra continuamente que el poder y el dinero se confabulan más frecuentemente para ejecutar el mal que para ejercer el bien.

Entonces, sin duda alguna, ésta es la hora de las cosas y de las personas pequeñas. La hora de los hobbits, diríamos en el contexto del epígrafe.

La hora de las semillas de mostaza sembradas en los movimientos sociales, en los trabajos, en las escuelas, en las universidades, en los medios de comunicación, en las familias, en la calle, para construir otra cultura, para controlar el mal, para mejorar los días de todos y no sólo de los que poseen poder y dinero.

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