¿Por que no escribes un libro?

He escuchado esta preguntas muchas veces. Viene de amigos que me conocen hace mucho tiempo y de personas que oyen mis conferencias, toman mis clases o leen lo que escribo.

En 1995, casi literalmente con sangre, sudor y lágrimas, publiqué “Impresiones”, un discreto intento de prosa poética que pasó con pena y sin gloria. Tomó cinco años vender un par de cientos de ejemplares.

En 1999, por no haber aprendido la lección, me atreví a hacer un segundo intento con “Entrelíneas”, en el que compilé una serie de libretos de un programa de comentarios de actualidad que hacía en una radio de alcance nacional. Esa experiencia fue un poco más gratificante pero solamente porque tuve el apoyo publicitario de la emisora y un buen canal de distribución.

Dos décadas después y con la saludable perspectiva del tiempo arribé a la conclusión que no publicaría otro libro. Los motivos no tendrían espacio en este limitado artículo así que he de remitirme a dos o tres asuntos de cierta importancia.

El libro tiene la particularidad de detener en el espacio y en el tiempo lo que uno pensó y dijo. Ahí están las palabras impresas y no importa si uno arribó a otras conclusiones y cambió, ahí está el libro: “Pero tú dijiste…” Es como aquellos políticos que hace cuarenta años tuvieron un desliz sexual o se sacaron una foto con el dictador. La inmensa mayoría no perdona. No importa cuánto tiempo pasó ni cómo tu vida ha mejorado; tú lo hiciste, tú lo dijiste. Es verdad que a veces no es más que la hipocresía de la opinión pública y el morbo de los medios de comunicación, pero ahí está.

Hace mucho tiempo que pienso diferente de lo que escribí hace veinte años. Igual, no fue tanta gente que lo vio pero yo sé lo que escribí.

Por otro lado la vida de uno es como esos libros. Hice y dije muchas cosas y muchas personas nunca lo olvidarán. A quienes lastimé tal vez quieran perdonarme – o no. Pero siempre podrán decir: “Tú hiciste esto, tú dijiste esto”. Lo mismo vale para quienes piensen que lo que hice o lo que dije fue genial. Así que el libro no es necesario. Hay suficiente documentación, personas, audios y escritos que atestiguan lo que quieran atestiguar.

En efecto, otro libro no es necesario.

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