¿Cuántas veces heriste con tus palabras a personas muy cercanas a ti? ¿Le has sido infiel a tu cónyuge? ¿Alguna vez te atrasaste en algún pago por gastar el dinero en otra cosa no productiva? ¿O quizá has caído en la difamación? Después de ello, son muchos los sentimientos de culpa que surgen y más cuando estamos conscientes del mal y aun así lo hacemos.  Qué difícil es lidiar con esto, ¿verdad?

¿Recuerdas a Judas? Él es un claro ejemplo del fin de la culpabilidad y remordimiento por no tomar una acción para remediarlo.

“Cuando Judas supo que habían condenado a muerte a Jesús, se sintió muy mal por haberlo traicionado. Entonces fue a donde estaban los sacerdotes principales y los líderes del país, les devolvió las treinta monedas de plata, y les dijo: —He pecado contra Dios porque entregué a Jesús, y él es inocente. Ellos le contestaron: — ¡Y eso qué nos importa! ¡Es problema tuyo! Entonces Judas tiró las monedas en el templo, y fue y se ahorcó.” Mateo 27:3-5  (TLA)

¿Por qué la culpa nos afecta tanto? ¿Existe alguna forma de remediarlo? Si insistimos en recordarlo y no hacer nada por corregirlo, estos actos del pasado influenciarán en nuestras decisiones y actitudes del presente y aún del futuro.

Quizá no hay forma de evitar este sentimiento de culpa, porque estamos conscientes que realmente somos culpables, pero  no cometamos el error de quedarnos en el remordimiento. Esta actitud fue lo que llevó a Judas  a tomar la peor decisión terminando así con su vida.

Es posible que pienses que los errores que cometiste son demasiado grandes como para que Dios pueda perdonarte y tú puedas pasarlos por alto, tanto que quizá  en tu corazón no hay otra cosa que la culpabilidad y en tu mente pensamientos como: “Nada de esto hubiera pasado si yo no hubiera actuado de esa forma”

Y como dice Pablo en Romanos 7:19-20 (TLA):

“En vez de lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer.  Pero si hago lo que no quiero hacer, en realidad no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está dentro de mí.”

Cuando empezamos a alejarnos de Dios y permitimos que el  pecado more en nuestras vidas los resultados siempre serán los sentimientos de culpa y remordimientos.

Si  hoy deseas ser libre de toda culpabilidad, empieza por reconocer y admitir tus errores, pide perdón a Dios y perdónate a ti mismo.

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1 Juan 1:9 (RVR).

Por Ruth Mamani

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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