Muchas veces creemos que las maldiciones generacionales pueden ser más fuertes de lo que nosotros podemos hacer.

Dios es quien cambia vidas y quien obra en nosotros y en nuestras generaciones; Él puede romper toda atadura, pero el trabajo no sólo es suyo si no también nuestro.

Esto quiere decir que el hecho de que tal vez tengas un hijo alcohólico o que esté en adulterio, fornicación, vicios, etc. no sólo es porque tenga ataduras o si sus antepasados fueron así no quiere decir que él lo lleve en los genes, eso es algo que muchas personas sostienen y utilizan para excusarse; cuando en realidad es porque no han visto un  ejemplo bueno para seguir.

Tu ejemplo y el inculcarle buenos valores a tus hijos es una de las grandes formas para que los que vienen después de ti no sigan los malos pasos.

Dios dice en su Palabra que todo lo que sembremos, así también cosecharemos, esto no solamente se trata de sembrar para uno mismo sino en los demás y para los demás. Lo mejor que puedes sembrar en tus hijos son la fe, el amor a Dios, valores y principios que a largo plazo harán de ellos personas que hagan historia en donde estén.

Lo que hiciste en tu niñez lo estás cosechando hoy y así también será con los que vienen después de ti.

Ahora bien si la siembra que hiciste en el pasado no fue buena, pero te arrepientes de corazón y le pides a Dios que cambie tu futuro, Él lo hará, cambiará tu historia y el rumbo que deberían haber tomado tu vida y el de tu generación. “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.” Isaías 43:25 (RV-1960)

Dios y tu ejemplo pueden romper toda maldición y cambiar la historia de tu generación.

“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.” Gálatas 6:9 (RV-1960)

 El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

 

 

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