Todos en algún momento de nuestras vidas pasamos por situaciones difíciles y dolorosas que a veces no sabemos cómo afrontar, nuestro corazón se llena de desesperación buscando de alguna manera poder solucionar ese problema.  La mente se nubla y  lo que hacemos es buscar ayuda en personas  para  refugiarnos y poder sentirnos seguros olvidando así lo que Dios nos manda:   “E invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás”. Salmos 50:15

Al rey Ezequías le tocó vivir un tiempo muy duro en un momento de su vida, él había enfermado e iba a morir. Después de enterarse  que no viviría mucho  más, su corazón se llenó de angustia.  En ese momento crítico de su vida Ezequías buscó a Dios en oración diciendo: “Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro”. 2 Reyes 20:3   Su oración fue escuchada por el Señor, quien lo  libró de la muerte, lo sanó y le añadió quince años más a sus días.

Durante los momentos de prueba y angustia  debemos buscar a Dios en oración, la solución y la respuesta a nuestro problema está en Él.  No busques en tus fuerzas la salida a todo lo que te pasa, recuerda que Dios mismo dice: “E invócame en el día de la angustia…”.

Aprendamos a hacer lo mismo que hizo el Rey Ezequías en medio de su angustia, acudamos al dador de la vida aún cuando las situaciones sean difíciles de afrontar en su momento. En su palabra dice que la oración del justo puede mucho,  el Señor te librará,  hará un milagro y te bendecirá en gran manera.

 “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”. Jeremías  29:12-13
Por Miguel Ángel Veizaga

 

 
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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