Una de las palabras que jamás se nos debería olvidar es “Gracias”. Ésta es una palabra que muy pocos la saben expresar.

El agradecimiento no sólo debe decirse de boca para fuera si no también con los hechos. A todos nos gusta encontrarnos con personas que sepan ser agradecidas y reconocer lo que uno hace por ellos, aunque a veces es difícil que las personas tengan esa actitud con nosotros cuando ni siquiera le agradecen a Dios.

La mayoría de las personas deja de ser agradecida cuando comienza a tener logros y creen ser los únicos causantes de su éxito creyéndose incluso sus propios dioses.

La Biblia, en el Salmo 103: 2  dice: “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”.

Aquí el Salmista se da una orden a sí mismo y dice: Bendice alma mía a Jehová, es decir que glorifica al Señor, lo reconoce en todos sus caminos y logros alcanzados. Luego dice: no olvides ninguno de sus beneficios, esto es que no solo debemos admitir que lo que somos y tenemos se lo debemos a Él si no que también debemos ser agradecidos por abrir los ojos, ver la luz del día, poder tener un pan en la mesa, etc.

Si hiciéramos una lista de las bendiciones que Dios nos dio, desde haber mandado a su hijo para salvarnos, nos tomaría mucho tiempo.

Hoyte invito a tomarte un tiempo para repetir el versículo citado y animar a tu alma a ser agradecida con Dios y con los demás. Si logramos ser agradecidos con Dios que nos ha dado todo tal vez podamos aprender a ser agradecidos con  aquellas personas que nos han hecho bien.

Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Romanos 1:21 (RV-1960)

No seamos de corazón necio y tomémonos ese tiempo al levantarnos y al acostarnos para agradecer hoy por la vida y todo lo que Dios nos permite vivir.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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