Georg Friedrich Handel nació en Alemania el 23 de febrero de 1685, fue un excelente compositor considerado como un genio de la música  universal. Sin embargo no todo fue fama y fortuna en su vida.  En diferentes etapas le tocó experimentar el sabor amargo de la indiferencia y el rechazo de un público que parecía no complacerse con sus composiciones musicales.

Una noche estaba muy triste sentado en su cama, revisando la correspondencia. Entre tantas cartas poco alentadoras se encontraba una en especial que decía “oratoria”. Esto indicaba lo que era costumbre en esa época, que un amigo o familiar le había enviado un manuscrito con poesías o composiciones musicales.  Handel al ver el titulo de la carta, se levantó ofuscado y violentamente  la rompió en muchos pedazos.  Es que aquel título lo llenó de ira, al no poder comprender el porqué de su falta de inspiración y el evidente fracaso que estaba experimentando.

Pasaron las horas, pero aquella noche aquel turbado hombre no podía dormir. En un momento decidió levantarse, vio los papeles que había roto, tomó los pedazos, los unió y comenzó a leer el titulo que decía  “El Mesías” y prosiguió “¡Consolaos! ¡Consolaos!”.

Mientras recitaba aquellas palabras, su mente se llenaba de música y sus dedos parecían impacientarse por interpretarla en el piano. El músico decidió buscar en su Biblia lo relacionado con la vida de Jesús y mientras recorría cada página, más y más fluía la inspiración.

Cuando concluyó su composición, fue a mostrársela a sus más agresivos críticos quienes le dijeron: “¡Nunca en nuestra vida hemos escuchado algo tan maravilloso!”, El compositor con la cabeza inclinada, respondió: “Dios me ha inspirado.” Y hasta el día de hoy Handel es recordado por su obra “El Mesías.”

Sin duda muchas veces sufrimos la sequía de un proyecto o nos sentimos sin ideas para poder salir de un conflicto o quizás el emprendimiento comercial en el que tanto invertimos, no da los resultados tan esperados.

Hay tiempos en que nos gana la desesperación y ni siquiera podemos vislumbrar  una salida. Sentimos que las cosas se han ido de control y todos nuestros intentos terminan en un nuevo fracaso.

El problema de Handel era que sus reclamos al cielo eran tan fuertes que no podía escuchar  la voz de Dios. Tuvo que pasar un tiempo de quebrantamiento,  soportando el fracaso, la crítica y la indiferencia del público, quienes no disfrutaban de su estilo musical. Pero, allí estaba Handel, arrodillado recogiendo los papeles que él mismo había roto, dispuesto a cambiar su enojo por una mejor actitud.

 Solamente un corazón dispuesto a recibir, puede escuchar la voz de Dios para solucionar un conflicto.

Salmos 138:6 “Porque Jehová es excelso y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos.”

No podemos tener nunca la osadía de querer ser escuchados por Dios, cuando nuestra boca está llena de reclamos y exigencias. Pero podemos estar seguros que Él siempre atiende a quien se presenta con un corazón humilde.

Es verdad que en ocasiones las dificultades nos causan terror y miedo, pero Dios siempre se hace presente cuando tenemos un corazón humilde.

Que tus quejas, reclamos y frustraciones, no te quiten la preciosa oportunidad de escuchar la voz de Dios.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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