Se cuenta que un tratante en diamantes fue a comprar nuevas piezas y mientras lo hacía las  observaba durante  mucho rato. De vez en cuando separaba su vista del diamante que examinaba y la fijaba por unos minutos sobre el diamante que llevaba en el anillo de su mano, para mirar después de nuevo el diamante que era para comprar.

Después explicó que al mirar mucho tiempo atentamente un diamante, su vista pierde la facultad de distinguir bien, por lo cual le era preciso fijarse de vez en cuando en su propio diamante perfecto para poder apreciar bien.

En muchas oportunidades, por las diversas actividades que tenemos, por la rutina, por los compromisos o por otras cosas más, permanecemos con la vista fija en las personas y cosas que nos rodean, olvidándonos que nuestra vista pierde la facultad de ver bien.

Al igual que el experto en diamantes, debemos recordar que el diamante perfecto, Dios, es quien nos permite ver bien las cosas y que nuestra vista debe buscarlo constantemente para poder distinguir sin ningún problema lo bueno de lo malo, para hallar claridad en las cosas que enfrentamos en nuestro diario vivir y tomar las decisiones correctas.

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.”Proverbios 3:5

Cuando no sepas qué hacer, qué camino seguir o qué decisión tomarás, busca a Dios, Él te dará la sabiduría y la fortaleza que necesitas para hacer frente a las diferentes circunstancias.

Que no te deslumbren lo prometedoras que pueden ser algunas circunstancias o lo buenas que puedan parecer las personas, mira siempre a Dios para poder hallar guía y dirección.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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