Recordemos que Jesús fue tentado por Satanás, no a los dos días de haber comenzado el ayuno si no a los cuarenta días, cuando era obvio que sentía hambre y su cuerpo necesitaba alimento. (Mateo 4). Y es que el enemigo ataca en el momento que más sensible podrías estar, ataca a veces con la debilidad que tienes o trata de que creas que puedes enfrentar la tentación.

Conocemos la historia de José quien se la pasaba escapando de la esposa de su jefe cuando ella lo acosaba, él podía haber caído en la red que se le lanzó o enfrentarla, pero actúo de la manera más sabia y huyó.Génesis 39:12 (RV-1960)

¿Cuántos de nosotros estamos en una situación así? Tal vez no en un tiempo de ayuno pero quizás con hambre de otras cosas, alguna debilidad, o en medio de las grandes tentaciones que el mundo ofrece.

Jesús tomó la posición de hombre y, como podemos observar en la palabra de Dios, él dormía, lloraba, comía, etc. Y al igual que nosotros también fue tentado, nosotros también somos hijos de Dios y somos capaces de huir de la tentación.

Dios no habla de enfrentar la tentación, Él no te dará la fuerza para pelear con ella sino para resistirla y huir de ella.

“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” 1 Corintios 10:13 (RV-1960)

Tu eres capaz de escapar de ella con las fuerzas y sabiduría que Dios te dará, no juegues con fuego y creas que enfrentando tus debilidades podrás ganar, huye a los brazos del Padre que Él se encargará del resto.

Recuerda que la tentación no es pecado pero sí el caer en ella. Si quieres ganar ésta batalla, huye y escapa, eso te hará un vencedor.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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