Sucedió que una pobre viuda, para dar de comer a sus hijos, pasaba las horas cosiendo camisas y otras prendas ante la máquina de coser.
Un día notó que sus ojos se habían debilitado bastante, por lo que se vio obligada a ir al oculista.
– ¿Qué ve usted desde su casa? – le preguntó el médico.
– Veo las paredes de la casa de enfrente.
– ¿Y si sube al siguiente piso?
– Entonces veo los campos, el río, los montes y el cielo en lo alto.
– ¿Sube usted alguna vez?
– No tengo tiempo, señor.
– Traslade su máquina arriba, y de vez en cuando mire usted lejos y alto. Vuelva dentro de un mes- fue la receta del médico.
La mujer volvió a la fecha señalada contentísima porque sus ojos habían mejorado bastante, por lo que el médico repitió la receta.
Al igual que esta mujer, muchas veces nos enfocamos en un problema y mantenemos la vista fija en él, olvidando que nuestro socorro viene de lo alto.
“Los que buscan su ayuda estarán radiantes de alegría; ninguna sombra de vergüenza les oscurecerá el rostro”. Salmos 34:5 (NTV)
No importa cuál es tu problema, levanta los ojos y busca la ayuda del Señor. Dejar tu vista fija en el problema solamente te traerá más preocupaciones, desesperación, desánimo y hasta enfermarás por enfocarte sólo en eso. En cambio, si dejas de lado tu problema y levantas la vista y miras lejos y alto, buscando a Dios, verás que Él está en control y te dará de su paz y gozo en medio de las adversidades.
Nuestros ojos físicos no son capaces de ver más allá de las circunstancias que nos rodean pero si somos capaces de confiar en Dios y con fe ver más allá de lo humanamente posible, podremos hallar la paz y la fortaleza que necesitamos para enfrentar el problema.
¿Qué esperas para levantar tu vista? Busca a Dios, Él no te avergonzará ni permitirá que nada te dañe.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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