El diccionario define la libertad como la facultad natural que tiene el hombre de pensar, de hablar y de obrar, con plena autonomía.

Aunque en el tiempo pasado la libertad estaba condicionada a varios factores que hacían a algunos privilegiados y a otros destinados a servidumbre, hoy en día es una capacidad reconocida por los gobiernos del mundo y por Dios, a través del libre albedrio.

Para que esa libertad sea una garantía absoluta, toda nación cuenta con leyes que protegen al individuo para que ejerza ese derecho dentro de los límites que le impidan irrumpir en la libertad de otro o de sí mismo.

Por ejemplo: toda persona tiene derecho a la vida, pero cuando otra persona lo priva de éste derecho cometiendo asesinato, esas mismas leyes que garantizan la libertad lo hacen culpable y lo condenan a pagar por sus culpas.

Algo similar pasa con el reino de los cielos. Dios estableció leyes con el fin de garantizar la libertad que Jesús ya ganó para nosotros en la Cruz del Calvario.

Pero el pensamiento errado de hacer a Dios un ser alejado y sin conocimiento de la realidad humana, ha provocado que se crea que toda ley divina está puesta con el fin de evitar que el hombre no disfrute de una verdadera libertad.

El filósofo griego Diógenes se refirió a Alejandro Magno, diciéndole: “Vos sois el siervo de mis siervos. Yo he conquistado al miedo, la lujuria, y la ira; Alejandro todavía sirve a estos maestros. A pesar de haber conquistado el mundo exterior, todavía sigue siendo esclavo.”

Las leyes de Dios nos garantizan una libertad absoluta, no sólo hablando de la convivencia entre personas como lo describe el Salmo 133:1, sino también de fuerzas espirituales superiores a nosotros y con capacidad de esclavizar a cualquiera.

La ley de Dios, no se escribió para condenar a ninguno hombre, sino para poner al descubierto las maquinaciones del pecado, de la carne y de satanás, las cuales buscan hacernos esclavos.

Cuando la Biblia establece límites, puedes estar seguro que están puestos allí con el fin de hacerte un hombre o una mujer completamente libre.

Gálatas 5:1 dice: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” Versión Reina-Valera 1960

¿Quieres ser verdaderamente libre?

Acércate a Jesús.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario