“Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.”

Marcos 7:15 (RV60)

El capítulo siete del evangelio de Marcos relata que los escribas y fariseos observaron cómo los discípulos de Jesús comían pan sin lavarse las manos y por eso los criticaron. El lavamiento de manos era una tradición impuesta por los ancianos, pero Jesús les dio una respuesta profunda.

“Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.”

Marcos 7:6-7 (RV60)

Cristo les reprochó que ellos interpretaran los mandatos de Dios a su manera y obligaran a la gente a seguir decretos de hombres, algo que ocurre en estos días; ritos y costumbres que se disfrazan de religiosidad y apartan a las personas de una relación real y sincera con Dios, incluso personas que servían al Señor dejaron a un lado la Palabra y obligaron a otros a seguir sus propias ideas.

Lo que sale del corazón, acciones y palabras, si no están fundamentadas en las escrituras, el amor y la justicia de Dios, son realmente contaminantes, porque al estar lejos del Señor solamente podrá salir robo, mentiras, homicidios, maledicencias. Esto no sólo afecta a la persona que habla sino a los que la rodean.

Jesús es la esperanza para este mundo lleno de maldad, Él puede transformar vidas, restaurar corazones, renovar la mente y cambiar la forma de hablar de las personas que le entregan su vida para mejorar personalmente y ser de bendición para muchos. La Biblia ayuda a discernir lo que es una palabra de hombre y lo que realmente proviene de Dios.

¿Qué sale de tu corazón? ¿Edificas a otros? ¿Sigues a Jesús?


Por Carlos E. Encinas



El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.

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