El diccionario define esta palabra como un conjunto de cuentos históricos y relatos que forman parte de una determinada religión o cultura. Muchas veces estas narraciones ayudan a comprender las razones de ciertas prácticas o ritos de algún grupo de etnias que existieron hace mucho y se caracterizan principalmente por ser exageradamente fantasiosas, bastante imaginarias y poco creíbles.

Por ejemplo, los griegos tenían un dios para cada aspecto de la vida: el amor, la riqueza, la guerra, la paz, etc. Todos estos dioses vivían en un lugar llamado Olimpo y su líder era Zeus de quien se cuenta que junto con sus dos hermanos, Hades y Poseidón, derrocaron del trono a su padre Cronos.

En Roma la historia era distinta. Se decía que el príncipe de Dardania escapó de la destrucción de Troya cargando a su padre y a su hijo Ascanio. 40 años más tarde ese niño convertido en hombre y fundaría un pequeño reino llamado Alba Longa del que se hizo gobernante. Cuatro siglos después vendría a ser rey de aquel lugar Numitor quien fue destituido por su hermano Amulio, un hombre perverso que mató a todos los hijos varones herederos al trono y convirtió a su sobrina en sacerdotisa para que no tuviera descendientes. Pero Marte, el dios de la guerra se enamoró de ella y le dio dos hijos gemelos llamados Rómulo y Remo.

Ambos niños fueron llevados al bosque para ser abandonados pero un loba llamado Luperca y un pájaro carpintero los cuidaron, luego fueron encontrados por un criador de puercos quien los adoptó como suyos. Con el tiempo ambos gemelos se enteraron de la verdad y cobraron venganza devolviéndole el reino a su abuelo.

Los egipcios creían que el espíritu de los difuntos era conducido por Anubis hacia el lugar del juicio donde se pesaban en una balanza, en un extremo se paraba la persona juzgada y en el otro había una pluma que representaba a Maat, el dios de verdad, armonía y orden universal. Si el resultado era favorable el difunto era llevado ante Osiris quien los cuidaría eternamente, pero si era desfavorable era llevado a Ammit, representado como un ser mezcla de cocodrilo, león e hipopótamo que destruía los corazones malvados, impidiendo su inmortalidad.

Ahora bien, la Biblia cuenta que seiscientos mil hombres sin contar mujeres y niños, se encontraban acorralados entre el mar rojo y un ejército de egipcios preparados para matarlos. Entonces Dios le ordenó a un hombre llamado Moisés que levantara su vara, extendiera su mano y abriera el mar partiéndolo en dos, cuando así lo hizo las aguas se dividieron y todos pasaron como por tierra seca al otro lado, pero cuando los egipcios intentaron hacerlo el mar se cerró y perecieron ahogados.

Cuatro historias que a primera vista parecen de fantasía pero con una gran diferencia: las tres primeras no tienen ninguna prueba histórica y arqueológica que compruebe su veracidad, pero el relato de la Biblia sí contiene estos elementos convirtiéndolo en un documento histórico de confianza.

No son un mito personajes como Jesús, Abraham, Moisés, David, Daniel, José, etc. La Biblia también habla de lugares reales como Jerusalén, Egipto, Asiria, Babilonia, el río Éufrates, Belén, el río Nilo, etc. La mención de faraones, reyes, gobernante, líderes y otros  fueron verificados por muchos historiadores, y cuando algo llega a ser comprobado deja de ser un mito para convertirse en un hecho real.

Además las historias fantasiosas o los mitos no tienen el poder de transformar la vida de un hombre. No estamos hablando de una simple idea que aparece en la mente de algún fanático, se trata de un poder que llega a conmover las entrañas y los fundamentos de aquel que comienza a conocer a Dios a través de su palabra.

Salmos 119:160 dice: “Todas tus palabras se basan en la verdad; todas ellas son justas y permanecen para siempre.” Versión Traducción en Lenguaje Actual

La Biblia no es un libro de mitología.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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