“Cuando ustedes sean tentados a hacer lo malo, no le echen la culpa a Dios, porque él no puede ser tentado, ni tienta a nadie a hacer lo malo. Al contrario, cuando somos tentados, son nuestros propios deseos los que nos arrastran y dominan. Los malos deseos nos llevan a pecar; y cuando vivimos sólo para hacer lo malo, lo único que nos espera es la muerte eterna.” Santiago 1:13-15 (TLA)

Estamos acostumbrados de buscar culpables de todo lo que nos pasa, cuando en realidad, no es así. Muchas veces decimos: ¿Por qué Dios lo permitió? Y otras simplemente le echamos la culpa al diablo, ¿realmente fue su culpa? ¿Él te obligó a que lo hicieras? No creas que estoy defendiéndolo, por favor, no me mal interpretes; pero finalmente, somos responsables de lo que pensamos.

Si bien nuestro enemigo pone un pensamiento negativo en nuestra mente, nosotros decidimos aceptarlo o no. Así que, antes de buscar un culpable, piensa en lo que piensas.

Si recordamos, la caída del hombre se debe a la semilla de la duda que fue sembrada por la serpiente. Adán y Eva aun siendo advertidos del peligro que correrían sus vidas al desobedecer a Dios, lo hicieron, cayeron en pecado y hoy por hoy conocemos esas consecuencias.

Alguien puede decir: “Es que no puedo dejar de pensar en el pecado”, la pregunta es: ¿Será que no puede o no quiere?

Martin Lutero decía: “No puedo evitar que las aves vuelen sobre mi cabeza, pero si puedo evitar que hagan nido en ella”

Somos nosotros quienes permitimos que los pensamientos de parte del enemigo ronden en nuestra mente, lo cual tiene grandes consecuencias, porque lo que piensas determinará lo que crees y lo que crees te llevará a actuar positiva o negativamente. 

Así como Jesús lo hizo, el día que fue tentado por satanás,  quien después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches fue expuesto a caer en  pecado por una necesidad física, pero como Jesús estaba lleno del Espíritu, pudo salir en victoria.

La Biblia es clara al decirnos que el mal solamente lo podemos vencer con el bien: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.” Romanos 12:21 (RVR 1960).

Si hoy decides vencer todo pensamiento que te lleva a pecar, empieza por buscar a Dios en oración, aliméntate de Su palabra para que en tu mente no haya espacio para lo malo.

Recuerda que esta es una batalla espiritual, y si queremos vencer nuestras tendencias pecaminosas, debemos aprender a depender de Dios, porque finalmente, la manera como pensemos determinará nuestra manera de actuar. ¡Tú decides!

Por Ruth Mamani

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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