¿Estás consiente de la cantidad de conflictos que podrías ahorrarte si tan solo dijeras: lo siento?


Todos cometemos errores; algunos son grandes, otros pequeños, pero siguen siendo errores que en un futuro pueden llegar a ser irreparables sino los reconocemos como tal.


¿A quién le gusta fallar? Creo que a nadie, pero por nuestra naturaleza esto es inevitable y cuando alguien nos lo hace notar, rechazamos su observación con respecto a nuestra conducta; porque por lo general todo cuanto hacemos “está bien”. Lamentablemente es ahí donde radica el problema, cuando empezamos a justificar nuestras malas acciones.


Es importante que aprendamos a aceptar que la mayoría de los sufrimientos que padecemos es consecuencia de nuestros propios errores, ninguno de nosotros está libre de cometerlos, pero algo que tocará el corazón de Dios es la actitud con la que nos acerquemos a Él, así como lo hizo el rey David.


“Nadie parece darse cuenta de los errores que comete. ¡Perdóname, Dios mío, los pecados que cometo sin darme cuenta! ¡Líbrame del orgullo! ¡No dejes que me domine! ¡Líbrame de la desobediencia para no pecar contra ti! ¡Tú eres mi Dios y mi protector! ¡Tú eres quien me defiende! ¡Recibe, pues, con agrado lo que digo y lo que pienso!” Salmos 19:12-14 (TLA)


Muchas veces sin darnos cuenta actuamos con altivez, pensamos que hacer las cosas a nuestra manera es mucho mejor; y hasta llegamos a creer que somos capaces de vivir sin la ayuda del Señor y aún llegamos a menospreciar la ayuda que otros nos brindan; y no nos damos cuenta que sólo cuando somos humildes, Dios puede ayudarnos a convertirnos en las personas que quiere que seamos.


Pidámosle a Dios que nos libre del orgullo, lo que muchas veces nos ha hecho pensar que siempre estamos en lo correcto, cuando en realidad no es así.


Si hasta hoy has vivido justificando tus faltas, es momento de que empieces por reconocerlas, no esperes a perder las bendiciones que Dios tiene para ti, sólo por dejar que el orgullo te gobierne, porque éste al igual que un cáncer puede matar, vidas, familias y hasta ministerios. ¡Tú decides!


“Los que obedecen a Dios aborrecen la maldad. Yo aborrezco a la gente que es orgullosa y presumida, que nunca dice la verdad ni vive como es debido.” Proverbios 8:13 (TLA)

Por Ruth Mamani

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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