En algún momento de nuestro caminar con Dios podemos desviarnos hacia la religiosidad, considerando más importante los “rituales” que la misma comunión con Él.


Juan el Bautista dijo: “Haced, pues frutos dignos de arrepentimiento, no penséis decir dentro de vosotros mismos: a Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos de Abraham aun de estas piedras. “ Mateo 3:8-9 (RVR 1960) Se dirigió a los fariseos y saduceos que se acercaban para participar del bautizo, acusaba a estos líderes de aparentar estar ansiosos por el Mesías, pero sin un arrepentimiento genuino ni un corazón preparado para ser transformado.


Seguir a Jesús significa que debemos adoptar, practicar y vivir la Palabra de Dios, no sólo ser simpatizantes o estar de acuerdo con la moralidad bíblica o practicar algunos ritos, se trata de un ejercicio diario y de constante evolución.


Esto conlleva la continua renuncia al pecado, “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” Efesios 4:22-24


Cuando estamos arrepentidos por nuestra mala manera de actuar hay una reforma en nuestro proceder, pero debemos tener cuidado en no caer en el error de sólo “sentir” arrepentimiento que tan solo es una emoción fugaz de culpa sin cambio de actitud.


Juan les dijo a sus oidores que cambiaran su manera de pensar,no solamente sentirse culpables por lo que han hecho. El arrepentimiento habla de cambiar de dirección, no de pena o dolor en el corazón.

Recuerda que los frutos de tu vida reflejarán que realmente eres un hijo de Dios.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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