En época de siembra, una pareja preparaba su terreno para cultivar forraje para su ganado, se daban prisa porque las lluvias pronto empezarían. La esposa, al expandir las semillas oraba a Dios pidiéndole que sea una cosecha buena.

Cuando culminaron, con mucha fe se fueron a descansar. Al pasar los días, las lluvias se retrasaron y el tiempo estimado en que deberían aparecer los primeros brotes sólo emergieron hierbas y nada del forraje. Todo parecía indicar que fracasarían.

Llenos de tristeza, el esposo tomó la decisión de irse a la ciudad a trabajar y cubrir la necesidad que se vendría. Ya en la ciudad, recibió la noticia de que su forraje había llenado su campo con la lluvia tardía, volvió y vio cómo el forraje se levantó con ímpetu.

Vivimos de la misma manera esparciendo semillas de fe con nuestras oraciones, con la esperanza de cosechar bendiciones en diferentes áreas de nuestra vida, pero existen ocasiones en las que hay sequías y nos vemos como esta pareja decaídos porque no vemos indicios de respuesta divina.

Quizás hoy no veas la respuesta a tus oraciones, y en su lugar se presentan cosas contrarias, como hierba. Deja de desesperarte y aturdirte, recuerda que aunque haya una aparente tardanza, viene una lluvia de bendición que hará que tus peticiones se cumplan de acuerdo a los planes de Dios.

Salmos 126:5-6 (RVR1960) “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.”

No te des por vencido, continúa confiando en la respuesta oportuna de Dios.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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