Una estructura firme y grandiosa se debe a fuertes pilares que la sostienen, de lo contrario sería una construcción inestable e insegura; así mismo sucede en las familias o comunidades donde somos participes, se necesita columnas que soporten el peso y lleven adelante la obra.

Por ejemplo, todos los domingos un grupo de señoritas iba a un hogar de ancianos para apoyar en sus necesidades o simplemente a conversar con ellos. Todos estaban admirados por la labor de estas jóvenes, pero en determinado momento una de ellas se fue a vivir a otro país, entonces no pasó mucho tiempo para que este grupo se desvaneciera; esto porque aquella muchacha que se retiró era quien se preocupaba por cumplir esta misión, llamando y animando a sus amigas.

“Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió.” Hebreos 10:23 (LBLA)

¿Eres alguien firme? Así como una joven levantó un grupo de señoritas para apoyar a los ancianitos, así también se necesitan personas estables y comprometidas con su trabajo en organizaciones, comunidades o cualquier lugar donde queremos ver crecimiento.

En la Biblia el Señor nos pide que seamos firmes, sin dudar de quién es Él y lo que debemos hacer. Dios nos pide que seamos pilares, es decir, que los que nos rodean confíen en que estamos comprometidos con nuestra la labor, y que los demás puedan ser motivados a realizar obras de bien, apoyar a los que necesitan o incluso, que levantemos  nuestro propio hogar de las ruinas.

También puedes ser un pilar en tu congregación, es decir aquel que motiva a los demás para orar, leer la Biblia, ayunar o dar crecimiento en el servicio que realizas ¿Quién eres? Te darás cuenta que eres este pilar cuando seas necesario, cuando tu ausencia implicaría un golpe fuerte en la estructura.

¡Anímate a ser necesario para otros y para la obra de Dios!

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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