Aquel joven que se enfrentó a leones y osos mientras pastoreaba sus ovejas. Aquel que se atrevió a desafiar y matar a Goliat, cuando todo el ejército de Israel había perdido el ánimo y las esperanzas de ganar. Aquel que fue un hombre exitoso en campo de batalla y  a quién Dios llamó “varón conforme a mi corazón” estaba pasando uno de sus peores momentos.

Quizás la peor crisis de toda su vida, esto podemos verlo en el Salmo 56 que empieza diciendo: “Ten misericordia de mí, oh Dios, pues hay gente que me persigue.”

De hecho, David, estaba siendo perseguido por el rey Saúl, quien quería matarlo. Saúl tenía celos de David, porque el pueblo de Israel lo aclamaba más a él que al mismo rey por los constante triunfos que tenía. Eso hizo que el rey Saúl se enojara mucho y abriera puertas al enemigo. Porque un espíritu atormentador entró en su vida e hizo que persiguiera a David para asesinarlo.

Ante este acontecimiento, David, se vio obligado a escapar y buscar un lugar seguro. Sin embargo, es capturado por los filisteos (1 Samuel 21:10-15) a quienes no les agradaba David.

¿Cómo reaccionó David frente a esas circunstancias?

David, acude a la presencia de Dios, pidiendo su misericordia y contándole detalladamente todo lo que estaba atravesando. Le dice el temor que tenía y cómo se sentía en ese momento (Salmos 56). Pero algo importante que hace frente a su problema y el miedo que sentía, es confiar en Dios y en sus promesas.

“Mis enemigos emprenderán la retirada cuando yo clame a ti por ayuda. Una cosa sé: ¡Dios está de mi lado! Alabo a Dios por lo que ha prometido; sí, alabo al Señor por lo que ha prometido. En Dios confío, ¿por qué habría de tener miedo? ¿Qué pueden hacerme unos simples mortales?” Salmo 56:9-11.

No es fácil mantener calma cuando estamos siendo perseguidos o el enemigo quiere hacernos daño. Sin embargo esas situaciones son las que nos muestras en quién confiamos realmente. Muchas veces Dios permite que pasemos por problemas para ver cómo reaccionamos y a quién acudimos.

Ten cuidado de cómo actúas cuando enfrentas un problema, recuerda que Dios no olvida ningún detalle de tu vida. Si Dios es por ti, ¿quién contra ti?

Confía en Él y declara: “Una cosa sé: ¡Dios está de mi lado! Alabo a Dios por lo que ha prometido; sí, alabo al Señor por lo que ha prometido. En Dios confío, ¿por qué habría de tener miedo? ¿Qué pueden hacerme unos simples mortales?”

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario