Creo que muchas veces hemos aceptado hacer algo o nos comprometimos a hacerlo y al final nos hicimos de la vista gorda, como se dice comúnmente, y no cumplimos.

Jesús, en una de sus parábolas, nos cuenta acerca de un hombre que tenía dos hijos y que necesitaba que lo ayudaran con su viña. Uno de ellos le dijo que no quería hacerlo, pero al final fue él quien lo ayudó, el otro le dijo que sí  aceptaba ayudarlo pero llegado el momento no se apareció.

Como dice la Escritura “¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.” Mateo 21:31 (RV-1960)

Quien al principio dijo que no quería fue quien actuó con obediencia y ayudó a su padre.

Cuántos de nosotros le hemos prometido a Dios algo y hasta ahora no hemos dado ni un solo paso para cumplirlo. Es hora de que nos preguntemos qué clase de hijos somos, el que al final reflexionó y actuó correctamente acudiendo al llamado de ayuda de su padre o eres el que sólo dejó palabras y no hechos.

Hoy es un día para poder pensar en esto, si es que tu le has dicho no a Dios en algún momento para cumplir algo que Él te pidió, aún puedes acudir y cumplir como hijo. Nunca es tarde para cambiar de opinión y hacer lo correcto.

A veces quien menos pensamos es quien hace la voluntad de Dios y no el que pregona ser un hijo obediente y al final no obra dentro lo que el Padre manda.

“Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.” Mateo 5:37 (RV-1960)

Cúmplele a Dios y no te quedes solo en palabras.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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