Cuán difícil es no reaccionar mal cuando se recibe malos tratos o gritos ofensivos. El subir de tono para ser escuchado o imponer nuestro pensamiento parece ser normal, sin embargo no siempre es la mejor reacción, más bien es la peor.

Santiago 3:5b dice: “…la lengua es algo pequeño que pronuncia grandes discursos. Así también una sola chispa puede incendiar todo un bosque.” Un padre puede herir a su hijo por palabras que tienen la mejor intención pero están mal dichas, lo propio ocurre entre cónyuges cuando surge un problema. Un maestro puede dañar el autoestima de sus alumnos si emite palabras de burla y de ofensa.

Las palabras que más lastiman provienen de las personas más queridas, las que son significativas en nuestra vida y lamentablemente hay ocasiones donde nos dejamos llevar por el calor de las emociones negativas y no refrenamos aquél miembro tan pequeño pero poderoso para desatar un gran desastre. Definitivamente no es fácil pero es muy necesario para llevar una sana relación, de respeto y fraternidad con los demás.

Pero todos podemos alcanzar el dominio propio y esto depende de qué aloja nuestro interior. “Lo que contamina a una persona no es lo que entra en la boca sino lo que sale de ella.” Mateo 15:11 NVI ¿Qué hay en nuestro corazón?

Existe excelentes recomendaciones en Proverbios 10:19-21 al respecto y dice: “Hablar demasiado conduce al pecado. Sé prudente y mantén la boca cerrada.” Seamos prudentes en la cantidad de palabras que emitimos. “Las palabras del justo son como la plata refinada; el corazón del necio no vale nada.” Edificamos o destruimos con lo que decimos. “Las palabras del justo animan a muchos, pero a los necios los destruye su falta de sentido común.” Que sea grato escucharte.

Si has pasado por esta experiencia de ser lastimado con palabras duras que te causaron dolor decide ser sabio y no lo las albergues en tu corazón, deséchalas porque son basura que terminarán contaminándote y amargándote. Perdona y se libre, tú eres administrador de tu vida y al final decides qué hacer con lo que recibes: o lo desechas o lo guardas.

Apliquemos Romanos 12:21 “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.”

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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